En 2006 la periodista británica Allegra Stratton dio a conocer en un libro el concepto de la muhayababe, joven árabe que compaginaba el hiyab o velo con ropas y actitudes de la moda occidental. Su aparición parece haber estado relacionada con el auge del denominado capitalismo o neoliberalismo islámico a comienzos del siglo XXI.
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Muhayababes. Cap 18. Perdidos en el tiempo
Tengo dos, quizás hasta tres libros que casi nunca sé dónde paran en mis estanterías. Desaparecen durante meses, se vuelven inencontrables. Y de repente, como por ensalmo, surge el volumen en cuestión, en un cajón, en una estantería que no le corresponde, en el rincón más insospechado.
Uno de esos libros “embrujados” es, en mi caso, Muhayababes, de la periodista Allegra Stratton publicado en nuestro país por la editorial 451, hace ya once años. Es una obra que pasó desapercibida en su momento y que además fue tratada con cierta animadversión. A mi, en cambio, me pareció un libro simpático.
No cabe duda de que es una obra primeriza. La autora contaba veintipocos años allá por 2003 cuando acudió a una manifestación de protesta contra la intervención de Gran Bretaña en la invasión de Irak. En medio del debate político que siguió, la joven periodista decidió lanzarse a un viaje por Oriente Medio para comprobar en primera persona si era cierto que la destrucción del régimen de Saddam Hussein era el comienzo de una nueva era de paz, democracia y cambios sociales para la zona, tal como había prometido el presidente Bush.
El resultado fue un reportaje convertido en libro, escrito con mucho desparpajo que se centró en el mundo de los jóvenes árabes, desde El Cairo hasta Kuwait, desde Dubai hasta Damasco: qué música les gustaba, cómo ligaban, qué tele veían, qué sucedía con los gays, en qué trabajaban, qué expectativas tenían, en qué creían, a quién se podía considerar joven. Antes del diluvio: antes de la Primavera Árabe, antes del ISIS, antes de la devastadora guerra de Siria y las demás plagas que abrieron en canal la región.
De ahí salió el concepto muhayababe, que deriva de la palabra árabe muhayaba que significa “chica con velo” y el término inglés babe, bien conocido por todos. Allegra Stratton las sitúa sobre todo en Beirut y El Cairo, epicentros cosmopolitas del mundo árabe. Se trata de mujeres que lucen el hiyab pero siguen la moda occidental en la vestimenta e incluso en su comportamiento social: pantalones tejanos ceñidos de talle bajo, tacón de aguja, maquillaje, cigarrillos, escotes, ocasionalmente. Incluso algunas lucían hiyabs elásticos de Nike. En parte eran adolescentes, estudiantes; en otros casos, profesionales liberales, incluso figuras públicas, como presentadoras de televisión, por ejemplo.
La autora del reportaje intenta infructuosamente situarlas como formando parte de alguna tribu urbana. ¿Les gustaba la música de Nancy Ajram?¿Les sonaban Rayess Bek, Zen TV? ¿Rotana? Pero la esencia no era esa. “Si la palabra en árabe para velo era hiyab y era sinónimo de “modestia”, entonces una muhayababe tenía que ser alguien que combinase la modestia de un hiyab con ropas ligeramente menos modestas”. Así que como anotaba la periodista un poco más adelante, “la definición de muhayababe parecía valiosa como barómetro de la contradicción”.
¿Cuál era la explicación de este perfil tan curioso? No hacía falta rascar mucho para entender que se trataba de armonizar moda con uso social de la religión; o incluso con práctica religiosa. Porque muchas de las muhayababes, al menos en El Cairo o Beirut eran seguidoras de Amr Jaled, el carismático imam que tenía un claro estilo de telepredicador americano, sin barba y con americana, pasando el micrófono a los fieles para que dieran testimonio de fe. Sería interesante saber si siguen existiendo muhayababes tal como las retrató Allegra Stratton en su libro; es posible que sí, pero en cierta manera, el trasfondo de esa actitud era más propia de aquellos años de comienzos de siglo que de ahora.
Por entonces empezaba a desarrollarse lo que algunos autores denominaban el capitalismo islámico según el cual si querías ser un buen musulmán lo más adecuado era que fundaras un negocio que funcionara, hacer dinero y crear empleo. La encarnación más brutalmente exitosa del fenómeno era Dubái, cuyo PIB había crecido en un 267% entre 1995 y 2008.
Este neoliberalismo musulmán se encuadraba y expresaba de formas diversas, y hasta comenzó a tener sus propios códigos culturales, como lo eran las muhayababes. Aunque en sentido estricto el término se aplicaba más a las adolescentes que consumían vídeos de música habibi, es decir, de historias románticas con un formato a veces bastante atrevido para la cultura musulmana.
El modelo era toda aquella mujer de clase media y profesión liberal, de mentalidad moderna e independiente, pero que no renegaba de su religión aunque la interpretara de forma renovadora. Un nuevo prototipo de mujer musulmana, que extraía modernidad de la tradición y no dejaba de ser la figura triunfadora de la nueva clase media femenina. ¿Qué fue de ella en estos últimos años de catástrofes que han asolado el mundo árabe?
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