miércoles, mayo 15, 2024
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Memorias de un reportero indecente, de Pedro Avilés

Memorias de un reportero indecente ( Muddy Watters Books) del escritor y reportero de sucesos Pedro Avilés es un libro de memorias en el que repasa su trayectoria como periodista de sucesos en los medios más importantes del país, hasta terminar siendo testigo, muy a su pesar, de la decadencia que llegó con las televisiones privadas.


Como dicen los editores del prólogo «hay que pringarse a base de bien para ser periodista de sucesos» y aunque Pedro Avilés vivió los últimos años de este tipo de periodismo, ante la decadencia de la profesión desertó, se quitó el título de chef y se fue a la isla de Naxos en Grecia para montar Anda Jaleo restaurante de cocina española.

Ahí es precisamente donde lo conocen los editores, y después de escuchar alguna de sus andanzas decidieron que su historia debería ser contada por él mismo.

Memorias de un reportero indecente, a medio camino entre la crónica personal y el ajuste de cuentas, repasa los trabajos como reportero de sucesos de Pedro Avilés en alguno de los medios más famosos del país.

La mayoría de los casos que cuenta son de su trayectoria como reportero de el periódico El Caso y la revista Interviú, ambos desaparecidos. Antes de llegar a esos dos grandes medios, Pedro Avilés nos cuenta sus primeros años como freelance.

Memorias de un reportero indecenteEn 1980 entró a trabajar en el programa Centro de noche. Cubría todo tipo de temas de actualidad como reportero de calle.

Resumo dos de ellos, uno por su importancia en la historia de nuestro país: Don Juan de Borbón le confesó en una entrevista que le advirtió a Franco que no se pusiera del bando de los alemanes en la Segunda Guerra Mundial, y le dio el titular que luego fue publicado en Diario 16 un 20 de noviembre: Franco era un cazurro. Al día siguiente de publicada la entrevista el coronel secretario de la Casa Real la desmintió. Pero Diario16 sacó otra nota contando que las palabras de Don Juan fueron exactamente las del titular y que tenía la cinta grabada de toda la entrevista para demostrarlo.

Y cuando cubrió las revueltas del pan en Marruecos confiesa el miedo que sintió: «no pasé tanto miedo como durante esas seis horas detenidos por la policía marroquí».

En 1987 ya estaba trabajando en nómina en el periódico El Caso, que se denomina como la escuela del periodismo de investigación. Hoy en día casi nos cuesta imaginar una redacción sin ordenadores ni móviles, donde los sonidos que se escuchaban eran los del teletipo y el ring ring del teléfono. Ya con su compañero Montoro, Pedro Avilés nos cuenta en los entresijos, protocolos y también dificultades que tenían al trabajar en un medio como El Caso.

Cuando le preguntan a Avilés que suceso le ha impresionado más a su etapa en El Caso, no lo duda: En 1988, en Táliga, un esquizofrénico de veinticuatro años mató a un niño que consideraba su amigo en un bar y colgó la cabeza en los hierros de su ventana para que todo el mundo la viese. Nadie pudo hacer nada por evitarlo.

Dentro de esta tanda de sucesos habla de un contacto que iban pasándose unos a otros en la profesión. Se trata de Cuasimodo, que  trabajaba en el Anatómico forense de Madrid. Pedro Avilés lo define como amable, simpático y entrañable, pero que a mí me pareció totalmente inmoral y estoy siendo generosa. Si queréis saber quién tiene razón con la descripción de ese individuo, nada mejor que leer este libro.

Después de tres años trabajando en el caso, Pedro Avilés y Montoro entraron en la Interviú justo al jubilarse Margarita Landi, la primera y gran reportera de sucesos del panorama español, a la que Pedro Avilés recuerda con cariño.

Sobre estos sucesos quiero mencionar Alcàsser, sólo para decir que Pedro Avilés ha sido el único al que he oído hablar claro de este caso, al que define como un crimen corriente y moliente. Cuando leáis el libro, entenderéis lo que digo.

El «síiii» que Sara Sierra le contesta a Pedro Avilés cuando le intenta colar que la policía está ya muy cerca del asesino de su marido, da tantas escalofríos que ya intuyes por dónde va el asunto.

El crimen de rol fue el caso que más le impresionó a Pedro Avilés estando en Interviú.  En 1994, dos estudiantes de veinte años, obsesionados con los juegos de rol, asesinaron a puñaladas a un hombre porque era mayor, gordito y con cara de tonto. Querían vivir nuevas sensaciones, pero su mentalidad psicopática confundió la ficción con la realidad

Si no hiere vuestra sensibilidad podéis leer parte del diario de uno de los asesinos.

Después de contar las razones y conflictos de la salida Pedro Avilés y su compañero Montoro de la Interviú, pasa a contar la última etapa como periodista de sucesos, ya en televisión

Esta última etapa trabaja en Telecinco con María Teresa Campos y en Antena 3, pero Pedro Avilés siente que ya no encaja en este mundo periodístico que es más un espectáculo que profesión de verdad. Como dice él al final del libro «disfruté de todo ello mientras duró, pero era el momento de dejarlo». Y así fue como cambió de tercio obteniendo el título de chef y conociendo a los editores que le dieron la oportunidad de contar sus andanzas.

Esto es un breve resumen de unas memorias que son a veces ajustes de cuentas,  pero también homenajes. Pedro Avilés nos cuenta la última etapa de un periodismo que ya no existe, y también refleja el cambio de la sociedad española. Antes había una reacción general de conmoción ante un suceso trágico.

Ahora al igual que se hacen los artículos y reportajes a golpe de clic, la misma noticia en medios distintos cambian los datos, y con más medios, hay más especulación que información. La sociedad en lugar de reaccionar con un sentimiento general, en muchas ocasiones cuestiona a la víctima y hay gente más preocupada por saber cuestiones como el género y el origen del criminal. También hay críticas para quien informa. Es curioso que se señale a quien informa, con sus métodos a veces poco ortodoxos, pero con más rigor que la manipulación actual, y no se señale a farsantes y criminales. Como hemos cambiado.

Memorias de un reportero indecente es una lectura imprescindible para aquellos interesados en el periodismo de verdad. Pedro Avilés nos ofrece una mirada lúcida sobre el fin de una época para el periodismo y la sociedad española. A pesar de la seriedad del tema que teata el libro, Pedro Avilés lo cuenta con gran agilidad y dosis de sarcasmo y humor negro que no deja espacio para que el lector se aburra. Nada sobra y nada falta. No deja títere con cabeza, pero seguro que se guarda más cosas de las que parece. Es una lectura Interesante, rigurosa en cuestión de documentación y muy entretenida. Ha sido un gusto leerla.


Te invitamos a leer otras reseñas de libros y artículos de Sonia Yáñez Calvo.

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