El grito desgarrador de un personaje anónimo anuncia un asesinato. Estamos en los últimos compases de la ópera. Cavalleria Rusticana (que podría traducirse como «Caballerosidad de los rústicos»), de Pietro Mascagni, cambia el rumbo del género. Ha comenzado la última década del siglo XIX con la aparición del verismo. Opuesto al esteticismo del belcanto, este nuevo estilo propone una ilusión de realidad inédita.
El Cavalleria Rusticana el verismo abandona los temas históricos o míticos del romanticismo. Se enfoca en un retrato realista de la vida cotidiana. Sus historias y personajes son los que muestran a las clases más pobres. También se lo conoce como «ópera de los bajos fondos» u «ópera plebeya».
El lenguaje de Cavalleria Rusticana
Cavalleria Rusticana sucede en Sicilia, durante la fiesta de Pascua. Sus personajes son aldeanos. El conflicto gira en torno a adulterios y venganzas. La protagonista es una mujer marginada por una comunidad hipócrita y arcaica que le da la espalda.
Como todo gran cambio, genera un nuevo lenguaje. La forma en que se combina el texto musical con el texto literario busca realismo. El canto se basa en los sonidos del habla popular. Busca la humanidad de sus personajes y situaciones. Uno de los objetivos de este nuevo estilo es acercar seres humanos comunes al mundo de la ópera. Hacer que puedan observarse. Que reconozcan intrigas cercanas a su propia vida. Que tengan quien los represente en el escenario.
El melodrama y las novelas por entregas ejercen una gran influencia. Surge un estilo sensible y poético sin que por conmover deje de lado la crítica social. Beaumarchais elogiaba las lágrimas del melodrama. De la misma manera, lo que en una lectura superficial puede verse como un melodrama más, genera en el espectador el deseo de cambiar las cosas. Y de hacerlo.
El realismo en Cavalleria Rusticana
Los personajes existen con verdad estremecedora. Ninguno queda reducido a estado de cosa o símbolo. Fácilmente se comprende su humanidad. No hay héroes ni ejemplos de vida. No se exhibe el virtuosismo del belcanto. No se muestran los trazos continuos y uniformes, sino las dudas de la mano que lo está dibujando.
Permanentemente se subraya lo individual. El individuo contra el sistema. Santuzza, la protagonista, contra el pueblo que la rechaza pero del que no puede escapar. El momento más claro es «Inneggiamo», el himno de Pascuas. La voz de ella se separa de todas las otras voces e instrumentos, pero sigue inmersa.
Más tarde su misma voz generará la ilusión más cercana a la realidad: el grito. Humillada y socialmente acorralada, maldice a Turiddu, el ex amante que la desprecia. La frase «A te la mala Pasqua!» (Para ti la mala Pascua) es el punto de inflexión de la obra. Después de ese momento no hay retorno. No hay retorno para los personajes de Cavalleria Rusticana. No hay retorno para la historia de la ópera.
Este realismo no encierra en absoluto una regresión estética. Al contrario, es un progreso en la expresión. Desarrolla la estilística de la ópera. No hay realismo en el arte que no sea profundamente estético.
La ilusión de realidad en Cavalleria Rusticana
La propia estructura de la ópera construye esa ilusión de realidad. Su desarrollo temporal y espacial es continuo. Incluso el Intermezzo, uno de sus fragmentos más populares, puede quedar incluido en la línea de tiempo argumental. No fragmenta el espacio ni el tiempo. La ilusión de realidad se basa en la continuidad sensible.
Cavalleria Rusticana muestra la acción en la singularidad humana que la genera. La obra termina con otro grito que anuncia que mataron a Turiddu: «Hanno ammazzato cumpare Turiddu!». No es una voz estilizada en canto la que cierra la ópera. Es un grito, como si representaran en el escenario el papel de cualquiera en su vida cotidiana.
El universo de los personajes se une al de los espectadores. Como decían los neorrealistas italianos: «Que la línea del horizonte esté siempre a la misma altura».
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