En la ópera Turandot (1926) de Giacomo Puccini nos encontramos frente a una historia que sucede en la antigua China imperial. Cuenta la leyenda de una princesa que decapita a sus pretendientes si no aciertan tres enigmas. La música transmite esa atmosfera de aventuras que sucedieron lejos y hace mucho tiempo. Sin embargo, hay tres personajes que nos ubican musical y dramáticamente en el aquí y ahora del espectador: las máscaras Ping, Pang y Pong.
El origen de Turandot
La antecesora más antigua de la ópera Turandot es una leyenda china. La encontramos en recopilaciones asiáticas y europeas. También llegó al escenario en distintas versiones. Puccini se basó en la obra teatral de cinco actos “La leyenda de la princesa Turandot” (1760) de Carlo Gozzi.
En esta versión, Gozzi sumó un grupo de personajes de commediadell’arte a los protagonistas de la leyenda original. Estos enmascarados generan un nivel de cercanía y empatía con el público que no poseen los príncipes ni los héroes. La acción cotidiana de la antigua comedia italiana se contrapone a la de la leyenda distante.
Puccini y las máscaras de Turandot
Cuando Puccini compone la ópera Turandot elimina los personajes cómicos de Gozzi. En su lugar incorpora tres nuevos enmascarados. Estos no son máscaras de commediadell’arte sino máscaras chinas. Son tres ministros del imperio: Ping, Pang y Pong. Si bien sirven a la princesa, estánhartos de la violencia y muerte que Turandotgeneró en Pekin.
Las máscaras funcionan como un grupo absolutamente distinto al resto de los personajes. Aparecen y desaparecen siempre juntos. Desde la música de su primera entrada en escena queda claro que se mueven en otra órbita: «Fermo! Che fai? T’arresta!» (¡Quieto! ¿Qué haces? ¡Detente!).
Se burlan de las acciones de los protagonistas. Comentan y se ríen de la tragedia. Interpelan todo lo que los rodea. Nos invitan a ver la obra con una mirada crítica.
La conexión de las máscaras de Turandot con la comedia
Está claro que Ping, Pang y Pong son máscaras chinas diferentes a las máscaras de la commediadell’arte. Sin embargo conservan una función de la antigua comedia italiana en la ópera: el intermezzo.
El intermezzo era una obra musical breve que se representaba entre los distintos actos de las óperas serias. Mostraba escenas cómicas y cotidianas interpretadas por dos o tres personajes de commediadell’arte. Sus protagonistas solían ser sirvientes que atravesaban diversas situaciones y se quejaban de sus patrones. Sus decorados eran simples o directamente se desarrollaban por delante del telón, mientras en el interior del escenario se cambiaba la escenografía de la gran ópera seria. Todas estas características aparecen en la escena con la que comienza el segundo acto de la ópera Turandot.
El intermezzo en Turandot
El segundo acto comienza en un espacio totalmente distinto a los demás. Mientras toda la ópera se desarrolla en locaciones amplias y superpobladas, este cuadro presenta la intimidad de los tres ministros. Por primera vez en la ópera los vemos solos y asistimos a sus pensamientos.
Ping, el de más edad y jerarquía, llama a sus colegas Pang y Pong y plantea la trama de esta breve escena. Dado que un nuevo príncipe desafía los acertijos de Turandot, todo debe estar preparado. Si los responde bien, habrá una boda organizada por Pang. Si los responde mal, habrá un funeral organizado por Pong.
La música con la que se plantea esta premisa es brillante, como en el inicio de una comedia: «Olà, Pang! Olà, Pong!» (¡Hola, Pang! ¡Hola Pong!). A partir de ahí cada máscara desarrolla su línea de acción, siempre concertadas entre sí: «Io preparo le nozze…/ …edio le esequie» (Yo preparo la boda…/…y yo exequias).
Una vez finalizada la peripecia, las tres mascaras se quejan de la princesa Turandot. Aquí los ministros se comportan como tres sirvientes de commediadell’arte:«Che noia! Che lavoro!» (¡Qué aburrimiento! ¡Qué trabajo!).
Luego la música se vuelve melancólica. Ping, Pang y Pong recuerdan sus lugares de origen donde eran felices. La secuencia concluye cuando vuelven al presente arruinado por Turandot:«E stiamqui…» (Y estamos aquí…)
La escena finaliza cuando las trompetas imperiales los interrumpen. La leyenda debe continuar.El intermezzo ha cumplido su función. La comedia ayuda a que los humanos comunes descansemos de los caprichos de los príncipes y princesas.
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