Sobre las bondades y beneficios del ajedrez se han escrito cantidades ingentes de páginas que apelan a la contingente relación entre la práctica de este juego y la mejora del rendimiento cerebral. Bueno, decir juego es decir poco, pues el ajedrez no es sólo un juego, es, además, un deporte, una disciplina, es ciencia y es arte.
Algunos de estos beneficios que aporta el juego de ajedrez, tantas veces ya mencionados, son:
- Aumenta el grado de concentración y memoria, y favorece el entrenamiento en atención, por lo que en terapia neuropsicológica es excelente para aquellos casos diagnosticados de TDAH en todas sus modalidades, Trastornos del Desarrollo, Talento y Altas Capacidades Intelectuales, etc.
- Fomenta el entrenamiento en “autoinstrucciones”, pues dota al niño de herramientas de lenguaje interno que le sirven de guía para la resolución de problemas.
- Favorece el desarrollo y la organización del pensamiento: analizar, interpretar, sintetizar, valorar, aplicar…razonar.
- Activa el lóbulo frontal, ya que ayuda a planificar y a aplicar habilidades superiores de pensamiento.
- Incrementa las habilidades para el desarrollo del sentido espacial.
- Desarrolla la inteligencia emocional y los valores personales.
- Despliega el pensamiento crítico y divergente.
- Fomenta la sensibilidad y la educación hacia el prójimo.
- Acrecienta la capacidad perceptiva. Retrasa el envejecimiento neuronal.
En fin, así podría seguir hasta enumerar una multitud de cualidades inherentes a este apasionante juego. Sin embargo, quisiera centrarme en una, pocas veces mencionada, pero de una naturaleza extraordinaria desde el punto de vista de la Neuropsicología. Se trata de la relación entre la práctica del ajedrez y el adecuado desarrollo de la lateralidad.
El ajedrez y el adecuado desarrollo de la lateralidad
La lateralidad se desarrolla con la percepción del espacio, percepción que se ve favorecida con la práctica del ajedrez desde la más tierna infancia.
Si permitimos a nuestros niños, a partir de los 2 años de edad, jugar sobre un tablero de ajedrez de piso, estaremos favoreciendo, de una manera completamente lúdica, la adquisición de las coordenadas espaciales: caminar apoyando los pies y manos hacia adelante, hacia atrás, a un lado y al otro; saltando con los pies juntos, separados; gateando para trasladarse o haciendo la “croqueta”. Además de facilitarles el aprendizaje de las nociones de columna, fila, diagonal, arriba, abajo, delante y detrás.
Toda esta información se va integrando en el cerebro de forma unitaria, significativa y bien organizada gracias a que el ajedrez favorece la adecuada adquisición de la lateralidad, lo cual constituye un principio básico para aprender bien.
La lateralidad es la utilización preferente de un lado u otro para realizar determinadas tareas (escribir, escuchar, mirar, saltar…). Debe estar definida alrededor de los 6-7 años de edad, teniendo en cuenta que esta lateralidad se refiere a las funciones que realizamos con mano, oído, pie y ojo.
Hablamos de lateralidad homogénea cuando mano, oído, ojo y pie presentan dominancia en el mismo lado, sea derecho (diestro) o izquierdo (zurdo). La lateralidad cruzada se produce cuando una persona no está completamente lateralizada de un lado de un lado de su cuerpo, es decir, cuando mano, oído, ojo y pie no presentan la misma dominancia, ya sea izquierda o derecha.
Por otro lado, la lateralidad establecida del mismo lado en la mano, el oído y el pie y ser contraria al ojo (lateralidad con cruce visual) -que es la que se da con más frecuencia- se debe a que no sigue el diseño genético del niño. Esto puede provocar dificultades de aprendizaje, en especial, problemas de lectura y escritura. La información llega desde los dos ojos hasta los dos hemisferios cerebrales. El campo de visión central (el de la visión fina, el que usamos para leer, reconocer caras y apreciar detalles) llega a ambos hemisferios. Ambos ojos compiten y se fusionan las dos imágenes o un ojo anula al otro.
Lamentablemente, esta circunstancia se produce más frecuentemente de lo que imaginamos y es perfecto caldo de cultivo para el fracaso escolar
Los problemas de lateralidad provocan:
- Dificultad en la automatización de la lectura, escritura o cálculo.
- El niño suele leer de manera lenta y con pausas.
- Puede presentar hiperactividad y dificultad en la atención y en el uso de la memoria.
- Confunde sílabas directas e indirectas.
- Puede haber tendencia a presentar disgrafía, dislexia, discalculia y/o dislalias, incluso puede llegar a expresar lo contrario de lo que piensa.
- Escribe letras y números de manera invertida, como si estuvieran reflejadas en un espejo.
- Presenta inconvenientes para concentrarse en una sola tarea durante un espacio de tiempo determinado.
- La conducta del niño puede verse perjudicada al manifestarse inhibición, irritabilidad, desesperanza, baja autoestima, etc.
Así pues, fomentemos en nuestros pequeños el juego del ajedrez. Sin apenas darnos cuenta y a través del juego como herramienta de aprendizaje, estaremos transmitiéndoles un gran legado pedagógico a través del gran arte del ajedrez.
Angélica Baeza desarrolla las especialidades de Neuropsicóloga, Coach personal, Psicopedagoga, Mediadora familiar y escolar, Perito Judicial de Familia en el centro psicológico del aprendizaje Novopedia en Alicante.
Además, es Directora Pedagógica de Espacio 17 Musas