viernes, octubre 11, 2024
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Vivir para gozar. Col. 14. El sueño de McSorley

Vivir para gozar es una de las veintitrés columnas de un «antidiario» del confinamiento publicadas en el mes de mayo en Diario de León. Junto al relato fantástico La luz que no se apaga nunca forman la serie El sueño de McSorley. Esta serie es también un cuento, un monólogo teatral que interpreté en el Festival Celsius 232 de Literatura Fantástica de Avilés, entre la desescalada y los rebrotes.

La Revista Espacio 17 musas recopila ahora todos los textos de la serie El sueño de McSorley, a mitad de camino entre la literatura y el periodismo, entre la realidad y la ficción, como antesala del Curso de Creación Periodística que vamos a programar próximamente.

Una taberna de Nueva York que no ha cambiado en ciento setenta años. Una bodega del Bierzo con un ataúd junto a la barra. Una luz de emergencia en un garaje subterráneo que no se apaga nunca. Una novela sobre la Gran Hambruna que no termino de leer. El eco de las pandemias que han acechado a la humanidad. Y una serie de ruidos en el desván de mi casa durante los días del último confinamiento. 

Bienvenidos a este universo paralelo.


Vivir para gozar

Anoche volví a ver en mi televisor una vieja película de Katharine Hepburn. Rebusqué en la estantería donde guardo los DVDs más antiguos y encontré una de aquellas comedias que George Cukor dirigía en la década de los treinta. A Hepburn, en el papel de una niña rica y rebelde, le acompaña en el reparto un joven Cary Grant, muchacho de barrio y todavía lejos de los roles de galán maduro que tanto éxito le traerían en los años siguientes.

El fantasma de la pata coja que empieza a hacer ruidos en el desván de mi casa algunas noches no me estaba dando guerra esta vez y disfruté de la película con la ciudad en silencio y unas gotas de lluvia en los cristales. Vivir para gozar, se tituló en España. Y me imagino que aquí se estrenaría un poco más tarde porque el año en que se rodó, allá por 1938, en este país se vivía para matar, y para evitar que te mataran. Y en eso, salvo que uno sea un psicópata o un masoquista, no hay ningún goce.

Escena de Holiday 1938 Cary Grant Katharine Hepburn
Escena de Vivir para gozar (Holiday, 1938) con Cary Grant y Katharine Hepburn. Dirigida por George Cukor.

Vivir para gozar es toda una declaración de intenciones en una nación como los Estados Unidos que salía de la Gran Depresión, porque los dos protagonistas renuncian al dinero y a la fortuna y deciden romper con todo para estar más a gusto en sus zapatos. ¿Quién pudiera hacerlo, verdad? Ese mismo año de 1938, y en esa misma línea hedonista, otro grande de Hollywood como fue Frank Capra rodaba una película aún más famosa con el mismo mensaje: Vive como quieras.

Ahora vivimos como nos dejan. Y no nos queda más remedio. Lo digo porque hay gente que se ha quejado esta semana, cacerola en mano y en una calle del barrio de Salamanca de Madrid. Gente que a la hora del paseo se ha juntado sin respetar la distancia de seguridad que nos protege a todos de los contagios. Gente enrabietada porque está harta de quedarse en sus casas (¿y quién no?) y quiere que se levante el estado de alarma ya. Gente que exige recuperar su libertad de movimientos. Volver a la vida que llevábamos antes. Volver ya.

Cartel de Holiday1938 Cary Grant Katharine Hepburn
Cartel de Holiday (1938) con Cary y Grant Katharine Hepburn. Dirigida por George Cukor.

Y me pregunto qué estarán pensando en los hospitales, en los centros de salud, en los servicios de Urgencias y en los consultorios de Atención Primaria. Me pregunto qué pensarán los celadores y las enfermeras, los médicos y las doctoras de cabecera. Las anestesistas, los limpiadores, los conductores de ambulancias. Me pregunto qué estará pasando por la cabeza de todo el personal sanitario que lleva dos meses corriendo más riesgos que el resto de la población para cuidar a los enfermos del Covid-19; qué piensan todas las plantillas agotadas, todos los trabajadores de la Sanidad que lidian con el trauma de haber visto morir a sus pacientes estos días, cuando ven en las redes sociales las imágenes de un hombre armado con un palo que golpea con saña una señal de tráfico en una calle abarrotada de Madrid.

Ese sí que es un alma errante, pienso yo, y no el que tengo en mi desván.


Este relato fue publicado el 15 de mayo de 2020 en el Diario de León como parte de la serie Diario de un confinado, el día 61, Vivir para gozar.

El texto es parte del material de trabajo para el Curso de Creación Periodística de Carlos Fidalgo en la Escuela del Espacio 17 Musas

Te invitamos a leer otros relatos y  artículos de Carlos Fidalgo en la Revista 17 Musas.

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