jueves, marzo 28, 2024
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Silvia Pérez Cruz y Sheila Blanco lideran la recta final de Cosmopoética

Las actuaciones de Silvia Pérez Cruz y Sheila Blanco han sido dos de los platos fuertes en esta decimoséptima edición de Cosmopoética. Las cantantes representan la mejor versión de la vanguardia femenina desde dos propuestas artísticas bien distintas. Además, las lecturas de Maribel Andrés Llamero, Violeta Niebla y Elena Román han fortalecido la cuota de mujeres durante estas jornadas del festival poético de Córdoba, que se acerca a su fin en su año más singular.


Cuando al final de la mañana del martes, horario antipoético, Héctor Alterio despedía su actuación con los versos de León Felipe donde idealiza la posibilidad de ser un virtuoso, nadie esperaba que aquellos fueran el presagio de lo que ocurriría solo tres horas más tarde. La cantante Silvia Pérez Cruz confirmaría en el Teatro Góngora la misteriosa aspiración del poeta zamorano. «Si yo tocase así, como un virtuoso…», se dice en el poema Escuela desde la voz del actor argentino. El peso narrativo de la poesía de León Felipe se prestaba provechoso a la declamación teatral, y la capacidad interpretativa de Alterio no hizo más que ensanchar la emoción de los versos. «El traje de las lágrimas / lo he encontrado siempre / cortado a medida», rezaba uno de ellos.

Héctor Alterio lee a León Felipe
Héctor Alterio (Argentina) lee a León Felipe: «Como hace 3.000 años». Foto: Cosmopoética.

El concierto de Silvia Pérez Cruz, que sucedió al conmovedor recital, se presentaba como el acto de mayor expectación en Cosmopoética 2020. «Yo no cantaba pa que me escucharan / ni porque mi voz fuera buena. / Yo canto pa que se me vaya / la fatiguilla y la pena». Y alrededor, desierto. Así apareció la multidisciplinar artista catalana: a capella y con la memoria puesta en Enrique Morente, autor de la letra, que surge «como una necesidad de cantar para curarse», según expresó la cantante a su término.

Desde luego, el espectador que presencie actos culturales en estos días estará viviendo experiencias insólitas. Actualmente, buena parte de los artistas a menudo interpretan algunas de las composiciones escritas durante el confinamiento. Tal fue el caso de Silvia Pérez Cruz, que deslizó en solitario su espectáculo, a propósito de la reciente publicación de su nuevo álbum, Farsa (género imposible). E imposible parecía, para el resto de mortales, lo que hizo la otra tarde en el Teatro Góngora de Córdoba.

La ingenuidad que anuncia es inversamente proporcional a su capacidad de transmisión. La aparente sencillez de sus formas desemboca en un torrente de matices melódicos, sin obviar el conocimiento que posee de multitud de estilos. Todo ella es música. Los sonidos electrónicos confluían de un modo natural con la percusión y el folclore popular a través de los ritmos flamencos y latinoamericanos. Ni siquiera un bolero o un tango interpretados con la guitarra eléctrica, distorsión añadida, parecían quedarse fuera de la propuesta. Mientras que su voz, repleta de registros, se desplegaba en castellano, catalán o inglés con igual fortuna.

Silvia Pérez Cruz «Farsa Sola»
Silvia Pérez Cruz «Farsa Sola». Foto: Cosmopoética.

Silvia Pérez Cruz nos recuerda a casi todo, a casi todo lo bueno, y no se parece exactamente a nada. La directa y desgarradora No hay tanto pan, pieza de autoría propia y ganadora del Goya a la mejor canción original por la película Cerca de tu casa, dialogaba a la perfección con la fragilidad en los versos de Sylvia Plath. Poetas como la norteamericana o el español Miguel Hernández fueron invocados con motivo del canto social, muy presente en el show. Grito pelao, dedicada a las madres solteras, mantenía el mismo espíritu.

Por último, la dimensión escénica desbordó, si cabía, la calidad del acto. El momento visual más potente nos descubrió, en el tramo final, a la artista atrapada en un cónico haz de luz humeante, que iba abriéndose hacia el patio de butacas. Poco después terminaría con Intemperie. La canción, esta vez compuesta por el cantautor Javier Ruibal, fue reconocida este año por la película homónima de Benito Zambrano con el mismo galardón que No hay tanto pan.

Poéticas de ayer y de hoy

Con un formato bien distinto, Sheila Blanco defendió ayer los versos de las poetas que, por coincidencia temporal y calidad indudable, deberían haber sido incluidas antes en la Generación del 27. La cantante y divulgadora salmantina rescató los poemas de Concha Méndez, Elisabeth Mulder, Margarita Ferreras, Carmen Conde y Ernestina de Champourcin para su acto en la iglesia desacralizada de la Magdalena. Además de la emoción en sus interpretaciones a piano y voz, introdujo datos biográficos más que notables de cada una de las autoras. Así el caso de Conde, la primera mujer que entra a formar parte de la Real Academia Española en 1979.

Sheila Blanco
Sheila Blanco. Foto: Cosmopoética.

La mañana estuvo dedicada a la poesía más actual. La sala Orive acogía el encuentro entre Maribel Andrés Llamero y Elena Román. La primera nos invitó a un viaje con sus abuelos a bordo del Autobús de Fermoselle, su poemario más reciente, reconocido con el Premio Hiperión en 2019. El destino era el paisaje de su infancia, donde «las retamas custodiaban su camino a casa».

«Esta planicie sigue siendo el oeste», nos decía en el poema Farwest, que constituye un anticipo sobre el conjunto. Entre lo confesional —numerosos poemas a sus más longevos familiares— y la sutil referencia a la España vaciada se articula este libro, cuya lectura nos advierte cuán «abandonados somos a la llanura».

Maribel Andrés Llamero Cosmopoética
Maribel Andrés Llamero. Foto: Cosmopoética.

Elena Román, por su parte, alentó antes de su lectura para que «el año más extraño de Cosmopoética» fuera «el más memorable». De sus poemas se vertieron imágenes tan sugerentes como «las mujeres con rulos que se quedan dormidas en los espejos». Algunos versos contenidos en el poemario Qué hacer con Freud, además de matar a Freud, escritos a la mañana siguiente de los sueños que acababa de experimentar, dieron paso a una rotunda consigna final en forma de poema breve: «He estado tantas veces arriba / y tantas veces abajo / que no sé ni estar arriba / ni estar abajo, / pero sé perfectamente / subir y bajar».

Las poéticas más distantes convergieron en el último acto de la mañana de ayer. Rafael Antúnez, de Córdoba, compartía lectura con el jienense Carlos Catena Cózar, galardonado con el Premio Hiperión ex aequo en la misma edición que Llamero, precisamente. Catena Cózar nos hizo partícipes de su visión generacional acerca del «lugar que ocupa el trabajo en nuestras vidas». En la suya, no es más que «un paso más en la coreografía de aguantar vivo». A partir de un discurso muy figurativo, se pregunta en sus poemas por el futuro con una engañosa ingenuidad. No obstante, Los días hábiles no deja de ser un libro político, cuya carga simbólica resulta ser muy potente.

Carlos Catena Cozar
Carlos Catena Cózar. Foto: Cosmopoética.

Muy distinta, decíamos, era la propuesta estética del veterano poeta cordobés. Antúnez reconoció haber evolucionado hacia la concisión en sus poemas más recientes, contenidos en Hará sol, el libro que le valió el último Premio Vicente Núñez. De una enorme plasticidad, los versos caminaban hacia lo expositivo —«la vida como un lienzo / donde el hombre ocupa / el centro de la escena»—, sin dejar de lado el sabor aforístico —«¿Durante cuánto tiempo puede un hombre decir que su tiempo ha pasado?»— ni el corte social: «caminar sobre las ruinas de una civilización que agoniza».

Cosmopoética ha conseguido materializar un programa atractivo y, sobre todo, diverso, lo que es más meritorio. El encuentro entre Violeta Niebla, Iván Vergara y Enrique Fuenteblanca constató el martes que la poesía más disruptiva conjuga de maravilla con las voces que tienden a los clásicos. Aurora Luque coincide en la misma jornada, viernes, con Tote King y Kutxi Romero, porque en Cosmopoética todo tiene cabida.


Puedes leer las crónicas de Jaime Cedillo sobre Cosmopoética 2020 en Revista 17 Musas.

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