A continuación, EIDÔLON – Aristófocles eterno, la colección de crónicas literarias de Alberto Revidiego para cubrir la actividad relacionada con las Artes Escénicas que se desarrollan en los teatros de Sevilla, recogidas en Revista 17 Musas. Si quieres conocer en qué consiste este proyecto, aquí tienes la presentación.
CRÓNICA XLVII: “REINICIANDO” – Bernardo Rivera
SALA CERO – EIDÔLON, ARISTÓFOCLES ETERNO
24 de mayo de 2024 – 24s d.c. (veinticuatro siglos después de mi cuerpo)
Existe un NOSOTROS indisoluble para los que pueden compartir hoy una sala de teatro. Todos tienen algo en común. Ostentan una hermandad emocional de aquellos que sobrevivieron a un mismo contratiempo histórico, un bandazo a los años de calma, un desastre global, como fue el caso de la pandemia mundial. Así será para todos los que ayer se reunieron y todos los que lo harán este 24, 25 y 26 de mayo de 2024 en SALA CERO TEATRO para ver la última obra de Bernardo Rivera bajo el título REINICIANDO.
Aparecí justo en la taquilla, estas cosas me pasan a veces. Un eidôlon no tiene mucho control con las apariciones a través del espacio-tiempo, reconozco que es un hándicap de ser fantasma, pero me alegré muchísimo de ver al otro lado de la mampara de cristal de la taquilla a una cola de personas que aguardaban conseguir su entrada. Buena señal. Caminé por el largo vestíbulo hasta la puerta, la ciudad se notaba calurosa fuera de estas puertas, y el frescor del teatro me hizo retroceder y observar cómo la gente se aglomeró frente a una O gigante, que hace las veces de acceso al auditorio. En un cartel enorme se anunciaba la obra y, a ver el rostro, o más bien rostros, en plural divertido, porque este actor encarna aquí varios papeles en uno, caí en la cuenta de que yo a este artista ya lo conocía.
Estuve disfrutando de una obra anterior, hará cosa de cinco meses, y recuerdo que también encarnó varias personalidades él mismo, y fue un éxito rotundo. Es decir, que tiene ya una veteranía en dividir sin conflictos su mente, su estado presente, y dar a su público una esencia multiplicada por su propia veteranía. Por lo que ahora estaba impaciente de ver qué nos aguardaría en este tour de forcé que se marca él mismo sobre el escenario. Cuando comenzó pude ver cómo situaba la obra en el día uno del confinamiento en España. Mediante una riqueza de recursos sonoros y visuales, en los que predominan grabaciones de voz y efectos de llamadas entrantes, por citar un ejemplo, Bernardo Rivera consigue tejer unas reglas del juego fáciles de asimilar por el que va distanciando las distintas personalidades, sus localizaciones, ánimo, problemáticas y pretensiones respecto a su futuro próximo. Para los ajenos a esta tragedia de la salud mundial, como es mi caso, que al estar cerrados los auditorios no aparecí por esos meses en esta línea espacio-temporal, vino muy bien ese resumen escalonado de tensión y incertidumbre. ¿Qué vamos a hacer ahora? Es la pregunta que parece orbitar en la mente de los protagonistas, mientras se tranquilizan con apuestas (va a durar poco) y buscando esa conexión tan humana como necesaria (hay incluso un recuerdo expreso de aquel otro tipo de «balconin», centrado en ligar a ojo de buen oteador con los vecinos de enfrente).
Una comedia muy divertida, amable, pero en la que quizás se crece más cuando le aplica tintes de humor negro e irónico, elementos que surgen desde la mitad de la obra. Hay tres personajes en escena, con su propia forma de comportarse y su vestuario icónico, que se deshace y reconstituye en los impases, en la penumbra entre proyecciones. Santi, ingeniero afincado (atrapado) en Londres, Lucas, periodista sevillano (harto de su trabajo y de ser quien no es), y, el personaje que más fuerza tiene, el que generará las mayores carcajadas, un torbellino de fuerza, ternura y movimiento, Valeria (una actriz con aspiración de ser escritora).
De hecho, es tan poderosa Valeria que, al terminar los setenta minutos del espectáculo, saldrá al pasillo para hacerse fotos con todos aquellos que lo deseasen. Gran trabajo psicológico tras estos personajes y una atención específica a rebuscar en las memorias de aquellos días, para ver qué nos importaba, dónde depositábamos nuestra esperanza y qué nos traía de cabeza (por supuesto, se recoge la ansiedad por quedarse alguien sin papel higiénico). Y, lo más importante, cómo lo superamos, se autogeneró una reinvención y salimos adelante (lo de «mejores» ya se lo dejamos a otros sociólogos). Nosotros, los capaces.
Me gustó especialmente que se haga tantas referencias culturales como las cinematográficas, como «El Señor de los Anillos, Titanic, Los pitufos, Forrest Gump, Encuentros en la Tercera Fase», el libro «El camino del artista» de Julia Cameron, o la cansina canción de «Resistiré» del Dúo Dinámico. También otro recurso será el de romper la cuarta pared de forma ficcional, es decir, habla con el público, pero como si fueran vecinos encerrados en sus metros cuadrados asfixiantes. Incluso llega a situar el contexto con referencia a la propia Sala Cero en la que actúa, o incluso a la escuela-teatro de Viento Sur Teatro, de la que tengo grandes recuerdos porque por ahí empecé yo también a aparecerme por esta época.
Esta obra está inserta en el ciclo EL FOC, el Festival Internacional de Cultura con Orgullo 2024, que ya va por su octava edición, a fin de generar una visibilidad más notoria para otras realidades. De nuevo, ese lema que debería compartirse por todos: Nosotros, los capaces. Iniciativas así, obras como la de Bernardo Rivera, reman a favor de una nueva normalidad que, lejos de sus asociaciones con terribles fases de confinamiento, aquí debemos reivindicarla como una pluralidad corriente y a la vista de todos, porque así es la realidad.
Los aplausos fueron sonantes tras concluir pero, mientras me evaporaba a quién sabe cuándo, no podía dejar de reírme con una de las bromas del espectáculo, magistralmente lanzada, que arrastró a la risa durante bastante rato al público que tenía alrededor: «¡Quiero pollo al ajillo!». Cuando lo veáis, lo entenderéis. Estoy convencido de que en el futuro próximo su dramaturgia seguirá gozando de tanta salud. Y nosotros, los capaces, estaremos ahí para verlo.
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