En el romanticismo el ideal de belleza se relacionaba con la palidez. Mitificaban la enfermedad de la tuberculosis. La llamaban «la plaga blanca». Creían que era causada por preocupaciones o pérdidas afectivas. Esto ayudaba a la construcción de los personajes femeninos del melodrama. Es el caso de Violetta y Mimí. Las protagonistas de La Traviata y La Boheme siguen el paradigma de distintas maneras.
En el siglo XIX, las grandes heroínas solían morir de tuberculosis. Para los románticos, la tisis representaba lo misterioso, lo angustioso, lo siniestro. La enfermedad era signo de una forma de vida superior. Los personajes que la padecían parecían volverse más espirituales.
Gaspard Laurent Bayle plantea en 1810 el concepto moderno de tuberculosis como un proceso mórbido progresivo. La supone hereditaria. En 1865, el médico Jean-Antoine Villemin demostró que se transmitía por contagio. La leyenda en torno a la misteriosa enfermedad se desvaneció en 1882 cuando Robert Koch descubrió el bacilo que causaba la infección.
En el siglo XIX la tuberculosis se convirtió en el lugar común por el que solía pasar la heroína del melodrama. Los textos literarios que dieron origen a las óperas La Traviata y La Bohème son contemporáneos entre sí, ambos de mediados de siglo.
Por un lado, la novela y obra teatral de Alexandre Dumas (hijo) La dama de las camelias será adaptada inmediatamente para La Traviata (1853) de Giuseppe Verdi. Por otro lado, la obra de Henry Murger Escenas de la vida bohemia servirá de base, medio siglo más tarde, a Giacomo Puccini para la ópera La Bohème (1896).
La tuberculosis en La Traviata
En La dama de las camelias, el sacrificio de la protagonista representa el espíritu romántico. En la obra de Verdi, se convierte en una crítica a la doble moral de la clase alta. La versión literaria está contada desde el punto de vista de Armand, el amante. En la ópera sucede lo opuesto. Aquí es Violetta la protagonista absoluta. Vivimos su enfermedad en primera persona. La Traviata pone en escena la primera muerte operística por tisis. Los espectadores veían morir a un personaje por una enfermedad contemporánea de la que se sabía muy poco.
Siguiendo la creencia de la época, la tuberculosis era producida por motivos emotivos. Violetta desde el primer acto muestra su contradicción con respecto al entorno opresivo que la rodea. Se ve como una «Povera donna, sola, abbandonata in questo popoloso deserto che appellano Parigi» (Pobre mujer, sola, abandonada en este populoso desierto que llaman París).
Al alejarse con Alfredo de la ciudad y su gente, la enfermedad deja de estar presente. Es justamente después de la escena de la humillación pública del final del segundo acto que su salud empeora irreversiblemente. Vale decir que, desde el punto de vista de Verdi, la tisis está relacionada a la cercanía de París y la hipocresía de los personajes que la transitan.
La tuberculosis en La Bohème
En La Bohème el caso es otro. Cerca del nuevo siglo la tuberculosis no era tan misteriosa para los espectadores. Hacía más de una década que se había descubierto su causa. Puccini compone su ópera como recuerdo de un pasado ilusorio. Es una mirada nostálgica sobre sus vivencias de juventud en una gran ciudad. Los cuatro bohemios son personajes vicarios del compositor. La enfermedad está vista en tercera persona.
A diferencia de Violetta, a quien nunca vemos totalmente inconsciente, Mimí se desmaya en su primera aparición en escena. Solo la ve así Rodolfo y, por supuesto, el espectador: «Che viso da malata…» (Qué cara de enferma…).
Aquí, los motivos afectivos que incrementan la tisis de Mimí responden a la lejanía de su amado. A partir del dúo de amor y durante todo el segundo acto, los síntomas de tuberculosis desaparecen. Paralelamente, al comienzo del último acto, cuando están separados, su enfermedad se acrecienta.
La muerte operística por tuberculosis
El momento preciso de la muerte en cada ópera es mostrado desde dos formas absolutamente opuestas. Violetta toma el primer plano de la acción. Alfredo y los presentes están atentos a sus últimas palabras: «Ah… io ritorno a vivere… Oh gioia!» (Ah… Vuelvo a vivir… ¡Oh, alegría!). Lo siguiente son reacciones a su final.
Contrariamente, la muerte de Mimí pasa desapercibida por quienes la rodean. Sólo el espectador lo registra por un acorde específico de la orquesta. De a poco, los demás personajes lo descubren. Finalmente es Rodolfo quien al enterarse cierra la ópera con su grito: «Mimí».
Violetta muere como centro del relato. Mimí muere sin voz. El mito romántico de la tuberculosis tiene muchas caras. Nadie lo expresó mejor que Greta Garbo interpretando a Margarita Gauthier: «Nunca estoy más bella que cuando me estoy muriendo».
Te invitamos a leer otras artículos de María Concepción Perré en Revista 17 Musas.