Adentrarse en Los dioses también mueren (Editorial Alrevés, 2023), la tercera entrega de la serie » La Brigada de los Apóstoles» de Carlos Salem, es sumergirse en un universo donde el misterio y la vida personal de los protagonistas convergen de manera magistral. Desde la primera línea, Carlos Salem nos atrapa con la aparición inquietante de un brazo helado, marcando el inicio de una travesía donde las fronteras entre la investigación policiaca y la introspección personal se desdibujan.
Los dioses también mueren se había convertido en una lectura inexcusable para mí. Habrá quién me llame exagerada pero habrá también quién entienda que muy mala ha de ser una serie de novelas para no seguir leyéndolas. Y haberlas, haylas. Pero en este caso no solo es buena la serie sino que los personajes, gracias a la pericia de su autor, me interesan y empatizo con ellos desde el primer libro como si fueran parte de mi círculo de amigos.
El protagonista, Severo Justo, figura central de esta novela, es un policía condecorado considerado el Sherlock Holmes extremeño. Su búsqueda incesante del asesino de su esposa e hija, que se arrastra desde la primera entrega, se entrelaza con el caso del brazo congelado, generando un tapiz narrativo que va más allá de la resolución de crímenes. Carlos, con su destreza característica, nos sumerge en la psique de Justo, un hombre acosado por sus demonios personales y una semilla de venganza que sobrevuela sobre toda la narrativa.
La Brigada de los Apóstoles, con personajes como Dalia Fierro, Caronte (el forense al que los muertos le hablan) y la hacker octogenaria Dolores (mi preferida), se convierte en un conjunto fascinante de individualidades complejas y contradictorias. La vida personal de cada miembro se entrelaza con la trama principal, creando capas de significado que van más allá de la resolución de casos. El autor nos presenta personajes que enfrentan sus propias sombras y luchan con sus creencias, añadiendo profundidad y autenticidad al relato.
La trama criminal, aunque intrigante por sí misma, sirve como telón de fondo para explorar las profundidades de la condición humana. La escritura de Salem, ágil y poética, se convierte en una herramienta para destilar la esencia de sus personajes. El humor negro, la ironía y el sarcasmo, presentes incluso en los momentos más oscuros, ofrecen una visión crítica de la realidad, invitando al lector a reflexionar más allá de la superficie de la trama.
En Los dioses también mueren, Salem va más allá de las convenciones del género negro pues no se limita a entregar un thriller policial convencional, sino que utiliza la trama criminal como un medio para explorar la condición humana en toda su complejidad. La novela se convierte en un lienzo donde se pintan los dilemas morales, las heridas del pasado y las luchas internas de los personajes.
Los capítulos, estructurados de manera que alternan entre la resolución del caso y el desarrollo de las vidas personales de los protagonistas, contribuyen a la riqueza narrativa y la lectura se convierte en una danza entre lo oscuro y lo luminoso, lo cómico y lo trágico, guiada por la pluma de su autor.
Aunque el caso del brazo congelado actúa como un imán que mantiene a los lectores pegados a las páginas, es la profundidad emocional y psicológica de los personajes lo que realmente deja una impresión duradera. Salem va más allá de la superficie de la trama, explorando las motivaciones, los temores y las conexiones intrincadas entre los miembros de la Brigada de los Apóstoles.
El epílogo, hábilmente ejecutado, no solo resuelve algunas incógnitas, sino que siembra las semillas para la anticipada cuarta y última entrega de la serie, «Los pecados de los Apóstoles». El lector se encuentra en un limbo emocional, ansioso por más revelaciones y, al mismo tiempo, temeroso de las despedidas que seguramente llegarán.
En conclusión, Los dioses también mueren es una obra que va más allá de las expectativas del género negro. Carlos Salem, con su prosa excepcionalmente hábil, nos sumerge en un viaje donde la intriga criminal se entrelaza con las complejidades de la condición humana. Esta no es solo una novela policial; es un estudio profundo de los abismos del alma y una oda a la resistencia frente a las sombras del pasado. Para aquellos que aún no han experimentado la Brigada de los Apóstoles, esta obra es una puerta de entrada inigualable a un mundo literario fascinante y multidimensional.
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