Lo que el viento se llevó es una obra maestra cinematográfica que ha resistido la prueba del tiempo desde su estreno en 1939. Dirigida por Victor Fleming, esta película épica basada en la novela homónima de Margaret Mitchell, es una pieza fundamental del cine clásico hollywoodense. Con un elenco estelar encabezado por Vivien Leigh y Clark Gable, la película no solo captura la magnitud de la Guerra Civil estadounidense, sino que también se sumerge en los matices de las relaciones humanas y la lucha por la supervivencia.
Hay películas que se quedan en nuestro inconsciente colectivo y a pesar del paso del tiempo seguimos viéndolas sin cansarnos de ellas. Para mí una de esas películas siempre ha sido ésta, principalmente porque nunca entendí que Escarlata prefiriera al estulto Ashley antes que a Rhett así como la amistad que Melanie tenía con la indomable Escarlata.
La película sigue la vida de Escarlata O’Hara, interpretada por Vivien Leigh, una joven sureña, apasionada y obstinada, cuya vida se ve trastornada por el estallido de la Guerra Civil. A lo largo de la narrativa, Escarlata se convierte en un símbolo de la resiliencia y la adaptabilidad en medio del caos. El personaje de Rhett Butler, interpretado por Clark Gable, proporciona un contrapunto fascinante a la personalidad de Scarlett, creando una tensión palpable a lo largo de la película.
Lo que el viento se llevó es conocida por sus diálogos inolvidables. Una de las frases más icónicas es pronunciada por Rhett Butler cuando le dice a Escarlata: «Francamente, querida, me importa un bledo». Esta frase ha pasado a la historia del cine y se ha convertido en un emblema de la actitud desafiante y apasionada de Butler.
Otra línea memorable es la famosa declaración de Escarlata: Después de todo, mañana será otro día. Esta frase encapsula la determinación y la esperanza de Escarlata en medio de la adversidad, y se ha convertido en una expresión que trasciende el contexto de la película. Y no hay que olvidar una de esas frases que aún hoy en día se sigue diciendo: A Dios pongo por testigo que no podrán derribarme. Sobreviviré, y cuando todo haya pasado, nunca volveré a pasar hambre, ni yo ni ninguno de los míos. Aunque tenga que mentir, robar, mendigar o matar, ¡a Dios pongo por testigo que jamás volveré a pasar hambre!
El reparto de Lo que el viento se llevó es una constelación de estrellas de la época dorada de Hollywood. Vivien Leigh, en el papel de Escarlata O’Hara, ofreció una interpretación magistral que le valió el premio de la Academia a la Mejor Actriz. Clark Gable, como Rhett Butler, encarnó la masculinidad y la astucia con una elegancia inigualable.
La química entre Leigh y Gable en pantalla es palpable y contribuye significativamente a la potencia emocional de la película. Otros actores notables incluyen a Olivia de Havilland como Melanie Hamilton y Hattie McDaniel como Mammy, quien se convirtió en la primera actriz afroamericana en ganar un Oscar.
Detrás de las cámaras, Lo que el viento se llevó es tan fascinante como la historia que cuenta. La película fue un proyecto ambicioso y se enfrentó a numerosos desafíos durante su producción. Desde la elección del elenco hasta la creación de impresionantes escenografías sureñas, el proceso de realización fue un verdadero desafío.
Una de las curiosidades más destacadas es que Clark Gable inicialmente dudó en aceptar el papel de Rhett Butler, pero finalmente lo hizo y dejó una marca indeleble en la historia del cine. Además, la película fue una de las primeras en ser rodada en Technicolor, un avance tecnológico que contribuyó a la riqueza visual de la producción.
Lo que el viento se llevó también está marcado por anécdotas fascinantes que revelan la creatividad y el ingenio de quienes participaron en su realización. Durante la filmación de la famosa escena del incendio de Atlanta, se utilizaron técnicas innovadoras, como maquetas y efectos visuales, para crear un espectáculo visual impresionante.
Otra anécdota interesante es que la actriz Vivien Leigh no estaba inicialmente convencida de su capacidad para interpretar a Escarlata O’Hara. Sin embargo, su actuación apasionada la llevó a ganar el codiciado premio de la Academia.
El diseñador de vestuario Walter Plunkett fue un papel crucial en la creación del mundo visual de la película. Los elaborados vestidos de Escarlata O’Hara se han convertido en iconos de la moda cinematográfica. La famosa escena en la que la protagonista confecciona un vestido con cortinas verde esmeralda es recordada como un momento ingenioso e innovador. Este enfoque creativo de la vestimenta contribuyó a la autenticidad y la riqueza visual de la película.
No se puede hablar de Lo que el viento se llevó sin mencionar la magnífica banda sonora compuesta por Max Steiner. La música de la película se ha convertido en un elemento que complementa y realza las emociones de cada escena. Desde la majestuosidad de «Tara’s Theme» hasta la melancolía de «Melanie’s Theme», la partitura de Steiner se ha arraigado en la memoria colectiva de los amantes del cine. La música de Lo que el viento se llevó ha trascendido la pantalla y se ha convertido en una composición clásica que evoca la época y el espíritu de la película.
A pesar de su innegable impacto y éxito, Lo que el viento se llevó no ha estado exenta de controversias y críticas a lo largo de los años. La representación de la esclavitud y la vida en el sur durante la Guerra Civil ha sido objeto de discusión y análisis crítico. La película ha sido acusada de romantizar un pasado problemático y de presentar una visión idealizada de la sociedad sureña. Sin embargo, muchos defensores de la película argumentan que debe ser vista en el contexto de su tiempo y que, a pesar de sus limitaciones, logra abordar cuestiones fundamentales sobre la naturaleza humana y la lucha por la supervivencia.
Lo que el viento se llevó no solo fue un éxito de taquilla, sino que también arrasó en la temporada de premios. Ganó ocho premios de la Academia, incluidos Mejor Película, Mejor Director y Mejor Actriz para Vivien Leigh. Este reconocimiento no solo valida la calidad artística de la película, sino que también destaca su impacto cultural y su lugar en la historia del cine.
La película, basada en la novela de Margaret Mitchell, ha llevado a generaciones de espectadores a descubrir la obra literaria. Lo que el viento se llevó se ha convertido en un fenómeno cultural que trasciende la pantalla, alimentando el interés en la novela original y generando debates y análisis literarios. Además, ha habido intentos de continuar la historia a través de secuelas literarias y adaptaciones. Estos esfuerzos, aunque con respuestas mixtas, resaltan la duradera fascinación que la historia de Escarlata O’Hara y Rhett Butler sigue ejerciendo en la imaginación colectiva.
La adaptación cinematográfica de Lo que el viento se llevó fue un desafío monumental. La novela original de Margaret Mitchell es extensa y rica en detalles, y condensar esa riqueza narrativa en un largometraje fue un proceso complicado. El guionista Sidney Howard, responsable de la adaptación, tuvo que tomar decisiones difíciles sobre qué elementos incluir y cuáles omitir. A pesar de las limitaciones de tiempo y duración, la película logró capturar la esencia de la novela y transmitir su complejidad emocional.
A lo largo de los años, Lo que el viento se llevó ha dejado su huella en la cultura cinematográfica y ha influido en generaciones de cineastas. El legado de Lo que el viento se llevó va más allá de sus premios y reconocimientos. La película es un testimonio perdurable de la habilidad de contar historias y la capacidad del cine para capturar la esencia de la condición humana. A medida que el tiempo avanza, Lo que el viento se llevó sigue siendo una obra maestra que continúa inspirando a nuevas generaciones de espectadores. En resumen, esta película clásica nunca se la llevará el viento.
Te invitamos a leer otros artículos de Sandra de Oyagüe