¡Hallelujah! Es un canto a la raíz y a la cultura. Manuel de la Fuente Vidal es un Whitman castizo. Un poeta que nos traslada el símbolo a nuestros días. La poética de De la Fuente tiene mucho de redención. La biblia está muy presente en su obra, al mismo tiempo el rock se aúna en este poemario.
Cuando uno se enfrenta a un poemario, suele ir con pies de plomo. La poesía no es cosa menor. El poeta, deja sus tripas en la obra, y aunque no nos guste, debemos de juzgarla desde el valor poético que contiene. Poca poesía ya nos ilumina. La literatura está transitando sobre unos terrenos un tanto sombríos, pero a veces, solo a veces, nos topamos con agua fresca. Hay poemarios que están hechos para perdurar en el tiempo, cuando nos adentramos en sus mundos, acaban atrapándonos.
¡Hallelujah! de Manuel de la Fuente Vidal publicado en la editorial madrileña Los libros del Mississippi, nos conduce a la génesis de la poesía nunca mejor dicho. ¡Hallelujah! es un concepto hebreo de «hallĕlū yăh», llegó al latín como «halleluia», que derivó en el castellano aleluya. El término tiene varios usos, aunque el más frecuente alude a la interjección que se emplea en el cristianismo y el judaísmo para expresar alegría por la alabanza a Dios.
De eso trata el poemario de Manuel de la Fuente, de alabar cada pequeño gesto que vivimos. Dios, a pesar de todo, se encuentra en las pequeñas cosas, lo diminuto es un mundo ante nuestros ojos. El amor puede ser Dios, como la pareja, como situaciones del trabajo, de la vida. Porque la vida en si misma es una bendición.
Manuel de la Fuente Vidal es un Whitman castizo. Un poeta que nos traslada el símbolo a nuestros días. La poética de De la Fuente tiene mucho de redención. La biblia está muy presente en su obra, al mismo tiempo el rock se aúna en este poemario. ¡Hallelujah! Es un canto a la raíz y a la cultura.
Manuel de la Fuente nos muestra la vida que ha vivido y la que observa. Se acabó el tiempo de la rendición y de la paz, el tiempo de los falsos apretones de manos como si nos llamáramos Judas, porque por fin ha comenzado el tiempo te la venganza. La biblia sirve como resumen a nuestra existencia. Por desgracia el ser humano sigue cometiendo los mismos errores una y otra vez, sin descanso.
¡Hallelujah! Podríamos decir que es un mensaje divino. Manuel nos muestra el camino que debemos seguir. Podríamos decir que estamos ante un poeta en estado de gracia, nunca mejor dicho, cuyo legado nos lo muestra en sus reflexiones. El rock es la banda sonora que le acompaña y que le da ritmo al mensaje. De la Fuente es un Lou Reed castizo, que con su fina ironía critica, todas y cada una de las cosas que no le terminan de agradar. El Judas, está muy presente como el precursor del mal. Todo lo acaba un Judas. La vida es eso, la confianza hasta el momento de la traición.
¡Hallelujah! de Manuel de la Fuente Vidal es un libro de imágenes, de tradición. No hablo de la tradición en la poesía clásica o en la mística, a pesar del título. Hablo de la tradición de un hombre que ha llevado la cultura por bandera toda su vida. Un poeta de la experiencia, con mucho bagaje.
Como he mencionado anteriormente un Whitman castizo y cabal. De la Fuente Vidal es una de las voces más originales dentro del panorama poético actual. Una voz personal y profunda, tanto en el continente como en el contenido. ¡Hallelujah! es un poemario redondo, trabajado y con un poso filosófico importante. Un canto a la vida en definitiva. Una vida dura pero llena de destellos que solo De la Fuente puede adivinar. Una obra que perdurará en los anales de la poesía. Alabemos la obra de Manuel, ¡Hallelujah! Amén.
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