En Tosca los escenarios reales son el común denominador entre la escena y el mundo en que vivimos. Hablan, entre otras cosas, de lo que puede llegar a hacer en una situación extrema una persona que está aquí y ahora, como cualquiera de nosotros.
Todo espectador de Tosca sabe que está frente a un universo artificial. Sin embargo, Puccini se preocupó en usar el espacio dramático como elemento vinculante para involucrar al espectador.
Para esto era importante que en Tosca el espacio fuera lo más semejante posible a la realidad. Así fue como buscó producir la nota exacta de la gran campana de San Pedro, comprobó cómo se oía desde el Castel Sant’Angelo e investigó cómo acostumbraban interpretar en Roma el Te Deum gregoriano.
Tosca se estrenó en el Teatro Contanzi de Roma el 14 de enero de 1900, un siglo después del día al que hace referencia en la misma ciudad. La historia transcurre desde la mañana del 14 de junio de 1800, fecha de la batalla de Marengo, hasta el amanecer del día siguiente.
El argumento
Tosca es una cantante lírica. Su amado, Cavaradossi, encuentra a Angelotti, prisionero político que huye del Barón Scarpia, y lo ayuda a esconderse. Scarpia, que desea a Tosca, captura y tortura a Cavaradossi para encontrar a Angelotti. Scarpia le propone a Tosca que se entregue a sus lascivos deseos para evitar que Cavaradossi sea fusilado. Tosca acepta el trato, pero en cuanto Scarpia da la orden de que el fusilamiento sea simulado, lo asesina. La orden de Scarpia fue falsa. Cavaradossi es fusilado. Tosca se suicida saltando desde la terraza del Castel Sant’Angelo.
El espacio dramático
El espacio dramático es la zona de intersección entre el espacio referencial (el mundo) y el espacio representacional (el escenario). En él se evidencia qué dice la obra sobre lo real y qué tipo de realidad configura, independientemente de su intención más o menos mimética.
En Tosca vemos tres locaciones. El primer acto sucede en la basílica Sant’Andrea della Valle, el segundo en el Palazzo Farnese y el tercero en el Castel Sant’Angelo.
Sant’Andrea della Valle
La iglesia se encuentra en Piazza Vidoni. Su construcción comenzó en el siglo XVI con los arquitectos Della Porta, Grimaldi y Maderno, pero la fachada gótica se añadió en el siglo XVII.
En su interior no existe la Capilla Attavanti. Puccini alude a una de las tres capillas de la basílica: la Capilla Barberini. Esto se deduce de la secuencia de Angelotti al comienzo de la ópera que culmina en «Ecco la chiave, ed ecco la cappella» (He aquí la llave, y he ahí la capilla).
Victorien Sardou, autor de la obra de teatro en la que se basa esta ópera, sitúa el primer acto en otra iglesia: Sant’Andrea dei Gesuiti (o Sant’Andrea al Quirinale). Puccini cambió la locación ya que la descripción del espacio se parecía más a Sant’Andrea della Valle. De esta manera el referente en la Roma real era más reconocible.
Sant’Andrea es un espacio al que cualquiera puede llegar inesperadamente. Siempre pueden ser vistos y oídos. Ahí está el peligro.
Palazzo Farnese
La construcción del Palazzo Farnese data de 1514. Tres arquitectos trabajaron en él en diferentes fases: Antonio Sangallo, Michelangelo Buonarroti y Giacomo Della Porta. Perteneció al Estado Italiano hasta que fue cedido a la Embajada de Francia en 1936.
El espacio que vemos corresponde al despacho de Scarpia. Mediante el uso de la música en off, se representan los otros espacios del palacio involucrados. Un claro momento es la cantata protagonizada por Tosca «Sale, ascende l’uman cantico» (El canto humano asciende). Otro similar es la habitación donde es torturado Cavaradossi. El Palazzo Farnese es un espacio donde nadie los ve ni escucha. Ahí está el peligro.
Castel Sant’Angelo
El último acto sucede al amanecer en el Castel Sant’Angelo. Ubicado en la orilla derecha del río Tíber, debe su nombre al ángel de bronce que lo corona. Se contruyó en el año 125 a.C. como mausoleo funerario del emperador Adriano. A lo largo del tiempo, fue fortaleza, parte de la sede apostólica, orfanato, prisión y finalmente museo.
Desde su terraza escuchamos tanto el canto de un pastor, «Io de’ sospiri ve ne rimanno tanti» (Me quedan muchos suspiros contigo), como las campanadas de San Pedro. El mundo sigue andando de espaldas a los dramas individuales.
El Castel Sant’Angelo es una prisión de condenados. Nadie se interesa por verlos ni oírlos.
La representación del espacio dramático de Tosca corresponde tanto a lo psicológico como a lo estrictamente geográfico. Se produce un doble juego: una ventana al mundo y al mismo tiempo un espacio orientado hacia una dimensión interior, humana.
El destino arrastra y destruye a los personajes, pero los espacios reales permanecen inmutables. Roma es eterna.
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