Detener el tiempo es el capitulo 1 de Perdidos en el tiempo, mi serie de Podcast de en la que pretendo reflexionar en menos de cinco minutos sobre sucesos del tiempo pasado y presente, personajes olvidados, costumbres enigmáticas y absurdos que el paso de los años han cargado de dignidad. Podrás escuchar un nuevo capitulo, una nueva cápsula, cada noche de martes y jueves a las 22h a través de Ivoox y leerlos en la Revista 17 Musas.
Perdidos en el tiempo. Capítulo 1. Detener el tiempo.
Muerte en Venecia, Luchino Visconti, 1971. Comienzos del siglo XX. El compositor Gustav von Aschenbach llega a Venecia para descansar y curarse de una depresión. Una vez allí, en la isla del Lido, queda prendado de la belleza de Tadzio, un adolescente andrógino hijo de una familia polaca que se aloja en el mismo hotel. Obsesionado por ese turbador sentimiento amoroso, el tiempo se detiene para el compositor alemán. Mientras tanto comienza a extenderse la noticia de que una epidemia de cólera se cierne sobre Venecia. Incapaz de huir a la realidad de su vida cotidiana en Munich, Gustav decide permanecer en la ciudad de los canales y afrontar las consecuencias. Muere sabiendo que Tadzio ya no volverá a la playa del Lido.
Hammam: el baño turco, Ferzan Özpetek, 1997. Finales del siglo XX. Francesco, un joven arquitecto cuyo matrimonio está a punto de naufragar, recibe la noticia de que su anciana tía le ha legado un baño turco, un hammam, en un viejo barrio de Estambul. Francesco viaja a Turquía con la idea de malvender el negocio. Pero una vez allí entabla amistad con la familia que administra el local y se enamora del joven Mehmet en la placidez intemporal del baño turco. El tiempo se detiene y la vida recomienza para Francesco.
En la ciudad blanca, Alain Tanner, 1983. Años ochenta del siglo XX. Un marinero suizo desembarca en Lisboa y callejeando por la ciudad entra en una taberna en la cual las agujas del reloj de pared giran en sentido inverso. Decide dejar atrás el enorme buque, “fábrica flotante de gente loca”. Toma una habitación en la taberna del reloj y se enamora de Rosa, la camarera. El tiempo se detiene.
He tenido un sueño. Soñé que abandonaba el barco, me iba a la ciudad y alquilaba una habitación. Sin saber por qué. Y allí me quedaba esperando, inmóvil. Soñé que la ciudad era blanca, que la habitación era blanca, y que la soledad y la calma también lo eran. Estoy cansado. Querría volver a aprender a hablar de las cosas.
(…)
“El tiempo se ha disuelto. El silencio es pesado y ligero.”
Venecia, Estambul, Lisboa. Tres viejas ciudades abiertas al mar ácrono donde era posible detener el tiempo y reiniciar la vida. Ahora todos vivimos perdidos en el tiempo y apenas empezamos a percatarnos de que, desde marzo, hemos llegado a Venecia, Estambul o Lisboa y deberemos reinventar el nuevo guión de nuestras vidas.
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