The Boys es una serie de comic ambientada en un Estados Unidos en el que existen cientos de superhéroes, debido a una sustancia química que te puede dar poderes de manera más o menos incontrolable.
Y los supers, aunque hablan todo el tiempo de proteger a la comunidad y de servir a los ciudadanos, en realidad son unas estrellas del espectáculo y la gente no les importa en lo más mínimo.
Garth Ennis es un iconoclasta, un tipo dedicado a burlarse radicalmente del poder, y de todo lo que consideramos sagrado. Además, ama lo grotesco, reírse del buen gusto, y presentarnos personajes y situaciones rocambolescas y sórdidas.
Y, al ser un guionista de comic, tiene libertad para meterse con todos. Con Dios (como en Predicador, o las Crónicas de Wormwood), con los políticos y -con mucha saña- con los superhéroes. Ennis disfruta pervirtiendo y burlándose de los superhéroes, porque sus dardos siempre apuntan contra el poder.
Y claro, tener superpoderes implica mucho de eso. The Boys es una serie de comic ambientada en un Estados Unidos en el que existen cientos de superhéroes, debido a una sustancia química que te puede dar poderes de manera más o menos incontrolable.
Y los supers, aunque hablan todo el tiempo de proteger a la comunidad y de servir a los ciudadanos, en realidad son unas estrellas del espectáculo y la gente no les importa en lo más mínimo. ¿Por qué iban a importarles, después de todo? Cobran regalías millonarias por películas y comics, tienen fans que los aman, pueden volar, o correr muy rápido, o lo que sea… ¿se van a preocupar acaso si a una vieja desgraciada le roban la cartera en un callejón? Nah, que se ocupen los policías.
No sólo eso: cuando se encargan de algún verdadero problema, lo hacen irresponsablemente, porque no tienen preparación ni entrenamiento, y son demasiado ególatras para escuchar a nadie, de modo que un accidente puede volverse una catástrofe en sus manos.
El gobierno lo sabe, pero el dinero que generan es demasiado, así que dejan que la industria florezca, y que supers aparezcan como los protectores que no son. Además, hay otro asunto inquietante, y es ¿qué pasa si le quitas sus lujos a doscientos o trescientos patanes inmaduros, pero con superpoderes? Un golpe de Estado, eso es lo que pasa.
The Boys, entonces, es una pequeña organización dependiente de la CIA que intenta controlar a los superhéroes, manteniendo a raya sus peores desastres, y castigándolos si es necesario.
Son cinco sujetos nada más, unidos por su odio a los supers. Los lidera Billy Butcher, un carismatiquísimo jefe, que no esconde que es un canalla, pero que a su manera, y con un código moral dudoso, es un tipo legal, en el que puedes confiar porque sigue unas reglas duras pero justas.
Lo secundan un grupo variopinto de agentes, algunos verdaderamente grotescos, como el Francés y la Hembra (que sin embargo, nos darán uno de los momentos más humanos y emotivos casi al final), o un tipo «normal» como Hughie, un muchacho inocente, sufrido y romántico que pierde a su novia porque un superhéroe estaba jugando con sus poderes, y la mató sin intención.
Aquí Garth Ennis logra, una vez más, una de sus especialidades: mostrarnos una amistad masculina compleja, bien desarrollada, con sus vaivenes y dificultades, pero totalmente humana. Butcher cuida a Hughie como a un hermano pequeño, lo apoya, a veces es un poco cruel (como los hermanos mayores lo son), pero no lo deja solo, ni a él ni al resto de los Boys. Bueno, al menos hasta que el canalla que siempre vivió en él tome el control de la escena, y los traicione a todos. Butcher es un antihéroe, un tipo capaz de lo mejor y lo peor. Y al final, la balanza terminará cayendo del lado malo.
The Boys es un comic absolutamente para adultos porque contiene violencia extrema, sexo violento y explícito, consumo de drogas, y una visión espantosamente cínica de nuestro mundo, del poder de las corporaciones y de los gobiernos.
Garth Ennis no deja títere con cabeza. Se burla de las editoriales, de la industria del comic, de los superhéroes, de los políticos, de la CIA, de todo. Lo parodia todo hasta el límite de lo grotesco, nos pinta a los supers como payasos adinerados, cuando no directamente como psicópatas (es muy difícil volver a ver a Superman, o a Batman, con los mismos ojos, después de que han pasado por el tamiz de Ennis). Y sin embargo, es una historia lo suficientemente emotiva como para que queramos a sus personajes, y nos interesemos por el destino de todos ellos.
Garth Ennis, al final en The Boys, deposita su esperanza en la gente normal, y nunca en los poderosos. Hughie, el más humano de todos, el que nunca supo bien qué hacía en esta maraña, será quien represente, de algún modo, la oportunidad de hacer las cosas bien, mientras las corporaciones y los gobiernos nos ofrezcan, otra vez, los mismos productos con nuevos envoltorios.
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