El rap sigue siendo para muchos algo desconocido. Desconocen la voraz cultura que encierran sus canciones. A pesar de su evidente omnipresencia en España, aún se ignora por grandes medios. Quizás porque el rap es exigente con sus oyentes. Les requiere un oído despierto, una mente abierta y una cultura general que capte sus referencias y homenajes.
En los noventas rara era la tienda española que tenía discos de rap entre sus estantes. A pesar de ello, la música circulaba. Se popularizaban nombres y temas. La geografía rapera destacaba ciudades como Sevilla, Zaragoza, Málaga, Barcelona, Madrid o Alicante.
En la primera década del segundo milenio aún se hacían aspavientos con las manos para mofarse de esta vertiente musical. Seguro que cualquiera tiene en la memoria al presentador de turno quedando en evidencia ante las cámaras.
El rap se consolidaba a pie de calle, pero seguía siendo ignorado por televisión y radio (a excepción de El Rimadero y luego La cuarta parte de Radio 3, todo un oasis) e igual de maltratado por los que se acercaban a sus orillas sin intención de profundizar. Pero se popularizaba Internet en los hogares de toda España. El silencio y la mofa tenían los días contados.
Cuando se habla de Cultura se mentaliza muchos ámbitos. Literatura, música, danza, cine, pintura y varios cajones más. Quizás el rap sea de las pocas vertientes musicales que represente tanto esa esencia plural. La aparente levedad que una banda de rap puede escenificar sobre el escenario, me refiero a la estructura básica de rapero al micro y mesa del DJ detrás, es una simplificación efectiva de la logística pero una imagen muy sesgada de lo que supone este género musical.
La música rap es heterogénea. Para el oído inarmónico de un oyente distraído puede parecerle que es hablar rápido sobre un ritmo machacón. Por fortuna esa declaración tendría la misma validez que decir que cantar es siempre lo mismo, sea en flamenco, pop, soul o metal.
Hay casi tantas formas de rapear como raperos en activo. De hecho, esta última década han florecido estilos mucho más dispares a lo que se venía conociendo. No obstante, esa característica aterriza en la mera estética. Para gustos, sonidos. La voz y estilo que más te atraiga como público.
La diversidad, la voraz cultura, que encierra el rap reluce en las instrumentales, letras e inserciones sonoras de todo pelaje. Aquí es donde se desata las influencias del letrista y del productor de la melodía. Sin dejar de lado las estructuras o las ideas que se proyectan como canción o disco que buscan evitar las fórmulas ya tantas veces oídas. Es un trabajo arduo. Un espíritu que se aprecia en algunos géneros musicales más que en otros. Todos intuyen en cuáles y en cuáles no.
Los creadores de bases instrumentales se mueven por todos los palos. Suelen ser consumidores omnívoros que no hacen asco a casi ningún género. Por no hablar del vasto conocimiento que tienen de bandas y productores a lo ancho del globo terráqueo. Siempre alertas, buscan qué pueden manufacturar bajo su óptica para crear algo que se sienta familiar y nuevo. Estas instrumentales suelen moverse por el jazz, el funk, el rock, la clásica y, por supuesto, composiciones propias que pueden ir por sonidos más electrónicos o simuladores digitales de instrumentos. El juego está abierto. Todo depende de la creatividad del ejecutor.
Las letras están plagadas de referencias literarias y cinematográficas, principalmente. Es muy extendido el amor común que sienten muchos raperos por el cine y las series. Cualquiera que haya escuchado un par de discos habrá oído referencias a Tarantino, Woody Allen, Spielberg o Alex de la Iglesia, por citar unos ejemplos.
Pero no solo se pueden encontrar guiños a gustos familiares y masificados. También hay versos de Machado y Quevedo, máximas de Cicerón, aforismos de la antigua Grecia o de escritores más contemporáneos. Hay citas históricas, religiosas, síntesis científica y saber de calle. El cóctel nunca se repite.
Por no hablar de las referencias a otros artistas dentro del panorama del rap. Esto es una cosa casi exclusiva del género. Su ambición por contener la vida misma en sus canciones. La mirada en todas direcciones, incluso a sí mismo. De nuevo, la voraz cultura que encierra. En el rap es habitual nombrar en las letras frases o menciones de otros raperos. Incluso más allá del rap, artistas de cualquier índole. Ya sea un afamado tatuador o un grupo creador de contenido audiovisual.
Estos son puertas. Invitaciones a conocer el trabajo de los demás. Un altavoz generoso que lanza nombres. Con una sana virulencia, si se permite el oxímoron, el público salta con ganas de su músico de referencia a otros creadores que admira aquel. Amplia el mapa mental que rodea a ese artista. Nutre el suyo como oyente. Lo mismo ocurre con las instrumentales y samples. Tan fácil como buscar en Google.
Y queda hablar del DJ, de los platos como instrumento; de la carga crítica, social e incluso psicológica que pueden tener las letras de las canciones; de la búsqueda de nuevas fronteras que superar como música; de la fusión de estilos; y de los frutos de la colaboración entre músicos que provienen de géneros ajenos.
Hay mucha cultura en el rap. Y ello no le frena para tener un público comunal por todo el país y Latinoamérica. Aquí une el idioma, el ingenio en las letras y la pasión por la música. En todo ello pretendo ahondar a través de varios artículos, este es el primero de ellos.
Te invitamos a leer otras reseñas de libros y artículos de Alberto Revidiego ytambién la recopilación de los artículos sobre la cultura voraz en el rap en su web.