Aquellos que hemos tenido la suerte de presenciar el rito Mozárabe en una iglesia que fue concebida para darle cobijo no olvidaremos la frase: «Sancta Sanctis, lo santo para los santos». El sacerdote se da la vuelta a los fieles después de la consagración e invita a estos a comulgar. La luz que se filtra por la estrecha ventana coronada por un diminuto arco de herradura ilumina el cáliz y alumbra uno de los misterios: Yo soy igual de santo que Cristo transfigurado.
Comienzo aquí un recorrido por esas pequeñas joyas que repartidas a lo largo y ancho de la Península Ibérica fueron el sostén de este culto casi desaparecido. Sin embargo, gracias al empeño de unos cuantos entusiastas y al hecho de que la llama no se llegó a apagar del todo, el rito Mozárabe está recobrando nuevos bríos en esta época nuestra donde todo lo religioso tiende a desaparecer.
Este recorrido nos llevará, en esta primera entrega a Palencia. Luego visitaremos Valladolid, Toledo, Asturias, Orense y cruzaremos la frontera a Portugal. Exploraremos los lugares en los que el Rito Mozárabe aún resuena en sus paredes.
El mal llamado rito Mozárabe
Se conoce como rito Mozárabe al rito que seguía la liturgia cristiana en esta vieja piel de toro desde la conversión al cristianismo de los distintos pueblos bárbaros que poblaron la Península Ibérica tras la caída del Imperio Romano hasta la implantación del actual rito latino a lo largo del siglo XI.
El mal llamado rito Mozárabe debería llamarse realmente rito Visigodo ya que fueron estos los que le dieron vida. Y fue este el que conservaron los pobladores de los primeros reinos cristianos a pesar de la dominación árabe de la península que se consideraban descendientes legítimos del Reino Visigodo.
Las iglesias que cobijaron este culto desde el siglo VI hasta el siglo XI han sido englobadas dentro de la denominación general de Arte Prerrománico, ya que la introducción del nuevo rito traería consigo el nuevo arte coincidiendo con la preponderancia de la orden benedictina de Cluny. El arte es hijo del rito y de sus necesidades.
Dada la dispersión de las pocas joyas que han llegado hasta nuestros tiempos, iremos agrupando estas en distintos recorridos en los que no sólo veremos este tipo de arte sino todo lo demás que pillándonos de camino podamos disfrutar.
Pido perdón por tan extenso prolegómeno pero creo sinceramente que hay que enmarcar las cosas en su debido contexto histórico para poder comprender la belleza que el arte representa y que va mucho más allá de la mera apariencia arquitectónica que ha llegado hasta nuestros días.
El rito Mozárabe y el arte prerrománico en Palencia
Empezaremos nuestro recorrido en un remoto pueblo de la provincia de Palencia, en el límite con la provincia de Valladolid, en plena comarca del Cerrato Palentino a la que un día le dedicaremos una entrada en exclusiva.
En pleno páramo castellano, donde nada impide la visión del viajero a no ser por la existencia de ciertas encinas que jalonan el paisaje, acompañada de un pequeño cementerio y a merced de todos los vientos que lo azotan, encontramos la pequeña ermita de Nuestra Señora de las Eras, en Hérmedes de Cerrato.
Vista desde fuera la humilde silueta de Nuestra Señora de las Eras hace que pase desapercibida para la mayoría de los viajeros que por aquí atraviesan. Un pequeño letrero llama la atención del visitante. Su humilde interior no tiene nada que ver con lo que fue, ya que las pinturas mozárabes que albergaba sobrevivieron hasta mediados del siglo XX, quedando de sus coloridos muros un ténue recuerdo en la mente de sus habitantes. Sólo la imponente presencia del arco de herradura triunfal nos indica el origen de esta hermosa y mutilada joya.
Seguimos nuestro recorrido a través del Cerrato para llegar a San Juan de Baños, la que es considerada como la iglesia más antigua en uso de la Península Ibérica. Este y no otro es el motivo por el que hemos decidido empezar por aquí. Se consagró en el año 661 y fue encargada por el rey visigodo Recesvinto, que curó de una dolencia de riñón en un manantial cercano que aún se conserva.
Su aspecto exterior es muy distinto al que tuvo originalmente. Si queremos imaginarnos como sería su planta hemos de dirigirnos a una contemporánea suya y de la que hablaremos próximamente, Santa Lucía de Alcuéscar, solo que de dimensiones mucho más grandes.
El interior de la Iglesia de San Juan de los Baños está formado por tres naves separadas por columnas romanas reaprovechadas seguramente de algún templo cercano que dan acceso a tres ábsides rectangulares, antaño separados y que ahora permanecen juntos de acuerdo al más conocido patrón románico. Pero los arcos de herradura que encontramos por todos los lados hacen que sea inconfundible su origen.
Añadiremos aquí que los arcos de herradura visigodos y mozárabes no son iguales, al igual que los califales, siendo estos últimos los más cerrados y los primeros bastante menos. Es como si el camino iniciado por estos hubiese sido mejorado y complementado en las sucesivas versiones. Hay quien ha querido ver en esto bastantes simbologías que no voy a relatar aquí ya que excede el contenido de este artículo.
La belleza y la sobriedad de las líneas de San Juan de los Baños hacen que el viajero que se adentra en su interior sienta una paz interior que es difícil de explicar con palabras. Esta vieja belleza sigue asombrando a los visitantes como desde antaño. En ella se puede disfrutar del rito Mozárabe en dos ocasiones al año, coincidiendo con la festividad de San Juan y en los días previos.
Seguimos ruta hasta Palencia capital, situada muy cerca de aquí, y que esconde una joya que muy pocos en España conocen. De hecho, a su catedral la llaman la bella desconocida. Añadiré aquí que Palencia es una ciudad tranquila, enormemente arbolada y con el casco antiguo peatonalizado en gran parte lo que permite un mayor disfrute de él a sus habitantes y a los viajeros que aciertan a pasar por aquí que no son tantos como la belleza del lugar requeriría.
Lo que nos ha traído en esta ocasión a Palencia no es la ciudad en sí misma, sino el corazón de su preciosa catedral gótica. Al tratarse de una de las diócesis más antiguas de la península, la catedral ha ido creciendo conforme la hacía la capital que la albergaba. Así las primitivas catedrales fueron quedando dentro de la actual.
En concreto nos interesa la cripta de San Antolín, situada bajo el actual coro. Una cripta que cuenta con dos fases bien diferenciadas, una románica y la más antigua, que data de la época visigoda, del siglo VII. Cuando uno se encuentra en su interior parece que todo el peso de la enorme catedral gótica se sustenta en dos humildes columnas con sus capiteles que al que esto escribe le llevaron a recordar las naos de los templos egipcios.
Es extraña la comunión de ideas que nos sugieren estos recorridos por el arte y la historia. En el fondo existe una especie de hilo conductor que viene desde la más remota antigüedad y que a modo de subconsciente colectivo amalgama todo el viaje en el tiempo de la especie homo.
Nuestro próximo destino en esta ruta del rito Mozárabe y el arte prerrománico nos llevará a Valladolid.
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[…] Estoy hablando de la ermita de Santa María. Situada a los pies de un farallón calizo que la protege de los vientos del norte se haya esta vieja belleza. Lo que ha llegado hasta nuestros días es una pequeña parte de lo que fuera una basílica de tres naves similar a muchas de las que hemos visto en anteriores recorridos como San Juan de Baños. […]