Hecho lo imposible, se superan: Return of the Dream Canteen es el segundo álbum doble que publican los Red Hot Chili Peppers en el mismo año. A comienzos de 2022 lanzaron Unlimited Love, tras el impensable tercer regreso de John Frusciante a la banda, gran responsable del éxito de la misma durante más de tres décadas. En los tiempos del streaming, ellos apuestan por lo impredecible: un disco, una gira mundial de estadios y otro disco, Return of the Dream Canteen. Todo en 2022, sin duda, el año Chili Peppers.
Es un gran año para ser fan de los Red Hot Chili Peppers. A lo largo de las décadas, los que somos fans, hemos sufrido cambios en su formación, especialmente sus guitarristas; en el mismo sentido, hemos disfrutado del vértigo de los regresos inesperados; los tiempos de espera entre discos o giras; etapas más creativas y otras de cambios bruscos; pero en este año, en este azaroso año, que parece disfrutar de un calendario cuántico en el que todo es posible a la vez… esta banda nos ha regalado un total de 36 canciones de estudio y algunos covers en directo. Y además, en una casualidad propia de este 2022, como no podía ser de otra forma, cierran el año con 37 conciertos dentro del tour mundial de estadios. Este equilibrio debe hablar por sí mismo.
Las taquicardias se suceden. En mitad de un concierto en Denver, allá por julio, anunciaron que seis meses después de su nuevo disco sacarían otro, que han sentido tanta creatividad que han tenido de sobra para dos discos bastante largos. La fecha estaba en el aire bien clara: 14 de octubre de 2022. Ya en nuestro poder, quince días tras su llegada, pasemos a analizar track by track este álbum número trece de la banda californiana, Return Of The Dream Canteen, y así comprobaremos si tienen motivos suficientes para confiar tanto en su trabajo. ¿Tienes el disco preparado? ¡Demos al play!
«Tippa My Tongue»: La mejor forma de dejar con ganas de más. Con este adelanto de funk divertido dejaban claras sus intenciones, hacer un disco honesto consigo mismos, con mucho buen rollo y ganas de pasarlo bien como músicos (que esto no siempre encaja con el público más superficial). Mucho slap al bajo sobre un Smith estable, algunos efectos digitales en el puente (avisa Frusciante desde la pista uno) y un Kiedis que nos atraca la nostalgia con ese verso de “Funky monks on the road”, en honor al tema del disco Blood Sugar Sex Magic. El videoclip es todo color y buena vibra.
«Peace and Love»: Quizás el tema más acogedor y luminoso del disco. Una línea de bajo impresionante por su fluidez y sonido, acoplado a una atmosférica base a la batería. La guitarra limpia, sonido clásico de la Fender de John. Sólo hace una excepción: El solo está bajo capas de efectos. Da la sensación de un dibujo en el agua que se retuerce. Las voces hacen que este tema brille. Una belleza.
«Reach Out»: Esta canción parece hermanada con The Great Apes del disco anterior. Bajo y guitarra se entrelazan en una pieza que apunta a un sonido de música de cámara, clásica en todo caso, en la que Kiedis y Smith bailan como pueden, y acaban dando una apariencia de cuento musicalizado. El estribillo es un salto evidente al rock crudo que ya venían practicando en discos anteriores, reminiscencia activada por la misma distorsión que apreciamos en Dani California o C’mon Girl.
«Eddie»: El anunciado homenaje al fallecido guitarrista Eddie Van Halen fue la elección como segundo single. Que arrancase con los mismos acordes que la archiconocida By The Way ha provocado tanto alabanzas como críticas, aunque yo me pregunto: ¿Qué hay de malo en autocitarse? Son tres segundos a una velocidad superior a la original. ¿Jugarán en futuros conciertos sobre si tocan una u otra? Ya con Unlimited Love era evidente la influencia que tuvieron con sus propios temas de aquel disco. El resultado aquí es un himno, una canción redonda, que marcha hacia delante en todo momento, que no cae en ejercicios de pena o reflexión. Sentimos el pasado pero como algo vivo que sigue en nosotros. El solo de guitarra final fue desde el primer momento una de esas cosas que quieres ver en directo. De hecho, en plena gira de Unlimited Love, esta canción ha sido la única que no han podido remediar tocarla en directo. El sentimiento es atronador.
«Fake as Fu@k»: Inicio calmado, autocontrolados para dar un aire que luego quemarán, porque al minuto, cuando arranca esa guitarra funky sobre un mismo traste, con ese barrido en las cuerdas bloqueadas, sabemos que vamos a tener una explosión de energía. En la tónica de 21st Century, If you have to ask, del reciente One Way Traffic, o la parte del estribillo de Hump de Bump en la que gritan el nombre de la canción. Gran detalle la inclusión de esa trompeta sobre el funk intenso. Cuando rompe en distorsiones y tiradas al ride es continuar una línea que ya fijaron en el estribillo de She’s Only 18. Por todos esos colores y la energía que condensa, creo que es de momento mi favorita.
«Bella»: El disco sigue en clave de funk, pero con un ritmo mucho más pausado y vacilón. Esta canción recuerda mucho a las melodías propias de la etapa de ascensión como banda, hablo de 1991, aires llegan de Apache Rose Peacock o The Righteous & the Wicked. De hecho, el estribillo es la clásica progresión de cuatro acordes de guitarra que caracteriza a Frusciante, aroma a estribillos de algunos B-Sides de la era Californication como Quixoticelixer o Gong Li, voces que juegan con la cadencia entre el rapeo suave y la dilatación de silabas para abarcar el tempo sin prisa. Los coros de John apoyan con fidelidad a un Kiedis muy seguro de sí mismo. Una de las joyas de este disco.
«Roulette»: Podríamos encajar esta canción como un opening de serie noventera de televisión, “Detectives en la costa”, ¿no os pega? La guitarra eléctrica con esos aires deja paso a la acústica de acordes mayores para el estribillo; cuando vuelve el estribillo se suma otra eléctrica con acordes de quintas en distorsión. El cambio que meten a mitad de canción consigue hasta cuatro capas de guitarras, algo que ya probaban en Stadium Arcadium, aquel disco de 2006. El resto de integrantes un excelente trabajo pero aquí la personalidad las ofrece las guitarras. Canción en pliegue perfecto con lo que ya se experimentaba con Bastards of Light del disco anterior.
«My Cigarrette»: Tiene mucho sentido que vaya conectada a Roulette porque esta canción parece también muy conectada con lo que se hizo en Bastards of Light; en este caso, por la predominancia de la electrónica (tanto que prescinden de Chad Smith y toda la percusión es creada computacionalmente). El buen gusto de esta banda es conectar esta electrónica (herencia del trabajo en solitario de Frusciante) con ese bajo propio de videojuego clásico y con un saxofón que suelta lineas jazzísticas. Un tema muy elegante. La voz aquí genera controversias por esa repetición constante pero lo cierto es que genera una atmósfera espiral de ascenso como el humo de ese cigarrette.
«Afterlife»: Mucha energía contenida que se va liberando in crescendo. Vuelve la batería de Chad con mucha fuerza, el bajo somete a todos con su reincidencia, nos obliga a ir a seguirlo, al menos hasta el estribillo en el que todos se funden como ya hicieron en los grandes hits que han destacado su trayectoria. La voz es sobresaliente, los coros refuerzan ese logro y el solo de guitarra es otra joya para el directo (como curiosidad sabed que este solo ya se tocó en sustitución del solo de Black Summer durante la gira). Ya la risa fantasmal del principio y el juego con los armónicos de la guitarra dejaban claro que se venía algo bueno. Esta canción merece ser considerada ya un clásico de los Chili Peppers.
«Shoot Me A Smile»: Una canción de ejecución rápida a pesar de su limpieza en cuanto a efectos. Sin duda, parece emanar de un torrente acuático, algo parecido a lo que pasa con Eddie. De hecho, que el fan haga el experimento y en YouTube suba Turn It Again a velocidad de 1,25x: El ritmo de bajo y batería es muy similar al que aquí se emplea. Preciosa la breve embestida de Smith en el minuto 2:17.
«Handful»: Una de las canciones más delicadas del disco. Y no me refiero a una fragilidad o un equilibrio extraño; hablo de una caricia, un acto de amor. El chorus de la guitarra y el punteo grave del bajo mecen esta melodía para que Anthony y John canten con mucha libertad. Trompetas de refuerzo y para el solo hasta tres capas de guitarra trenzadas sobre una batería que se precipita.
«The Drummer»: El tercer adelanto con videoclip del disco. Una canción rápida, de baile con una predominancia de la sección rítmica, bajo y batería. Un teclado completa la personalidad de este track. La voz encaja perfecta con el tema, el estribillo es increíble, pero un gran equívoco que le aprecio es la voz en el postestribillo, cuando empieza la guitarra con distorsión a hacer sus líneas, porque intenta imitar el ritmo de la misma y se diluye sin sentido. Los arreglos electrónicos también pulen una canción casi redonda.
«Bag of Grins»: Aquí arrancan con algo oscuro que recuerda mucho al principio de Monarchy of Roses de Klinghoffer, aunque para el estribillo juegan con el grunge y una batería salvaje. Los arreglos electrónicos le dan cierta profundidad pero, por lo demás, me parece la canción menos Red Hot. Les falta su sello distintivo, la podía haber hecho cualquier otra banda.
«La La La La La La La La»: Piano y saxofón para una balada de voz que se basta casi por sí misma, bravo por Kiedis. Teclado y percusión como refuerzo ocasional, todo muy comedido. No me extrañaría que la hubiese compuesto Flea, ya que en los últimos años está aprendiendo mucho sobre piano y en los últimos discos siempre ha tratado de incorporarlo a los temas de los Chili Peppers. Salto de nivel inmenso respecto a la canción previa.
«Copperbelly»: Esta serpiente de agua (Copperbelly) vuelve a traer aires de progresiones de música clásica en el combo guitarra, bajo y batería. Todo antes de saltar a un estribillo de distorsión y velocidad, muy propio de la banda, como ya empleaban en So I Much. Los solos de guitarra, a pura velocidad y disonancias, es muy característico de este disco, inusual en la discografía con Frusciante hasta ahora. Corte final inesperado.
«Carry Me Home»: Vemos un clásico blues de entrada, que rápidamente lo hacen suyo. Adoro ese parte del estribillo que queda reducido a bajo y voz antes de volver a realzar a toda la banda con fuerza de blues. Cada vez que esto pasa es motivo para ponerse en pie y alzar la copa. Y para el final, dejar ese diálogo guitarra-bajo me parece muy de western.
«In The Snow»: Instrumental electrónica sobre la que montar una canción, idea de Frusciante, conforme declaró por redes Flea. ¿Cómo subirse a ese ritmo? Para el bajista no le supone esfuerzo, pasos lentos que se dilatan como ondas en el aire, una respiración de esta criatura gigante. La guitarra bañada con efectos de flanger y chorus consigue que el ritmo en forma de aleteos conecten con las mencionadas ondas. Gran trabajo de Anthony Kiedis, repito, gran trabajo. Los coros de John nos llevan muy alto. El estribillo dibuja un paisaje y no tienen prisa. De hecho, el momento en el que Kiedis lee uno de sus poemas sobre la instrumental, trae recuerdos de la época One Hot Minute, donde ya se atrevieron a usar ese recurso. Dos veces es capaz de declamar sobre la instrumental que va creciendo antes de diluirse en el horizonte. Esta canción es una demostración evidente de que están dispuestos a hacer lo que les dé la gana y que todo fluya en busca de nuevos colores musicales.
BONUS TRACK: Hablemos de «The Shape I’m Takin’», canción extra en la versión japonesa. Rompe otra base electrónica de percusión (tercera pista del disco que dejan fuera a Chad) que va a buena velocidad, mientras que guitarra y bajo hacen por contrastar con acordes y punteos lentos y espaciados en el tiempo. La voz es irregular en esta canción, el estribillo es redondo, así como la segunda parte de la canción. Pero la primera mitad connota que está todo el tiempo buscando su hueco y forma. El solo de guitarra es puro Stadium Arcadium (de hecho casi toda guitarra y bajo de la canción lo es). Una gozada oír a los talentosos Frusciante y Flea. No obstante, me parece más que correcto que esta canción se quedase fuera del disco oficial. No parece encajar con las otras, el espíritu de Return Of The Dream Canteen. Pero, como curiosidad, no está de más.
La estética de las portadas de este nuevo disco, así como de las visuales conectadas a cada canción en su canal de YouTube fueron a cargo de las mismas manos que diseñaron el videoclip del anterior Poster Child, psicodelia noventera. Es curiosa la inversión en variedades de vinilo que han dedicado a Return Of The Dream Canteen. Los CDs, será por ser bien de consumo escaso, no estaban disponibles en los grandes almacenes ni siquiera semanas después de su lanzamiento. Sea como sea, entiendo que los fans se hayan volcado con las reservas y las preventas. Es un discazo que transpira libertad como músicos. No se han preocupado en mirar atrás, a pesar de que las influencias y hábitos sean evidentes a veces, como surcos por los que ya corrió la savia que alguna vez les alimentó. Y está bien que así sea, está genial que se autociten, que vuelvan sobre sus pasos y hagan algo diferente. Este disco no es más de lo mismo, para desdicha de muchos que no tienen la mente abierta. Tras casi cuarenta años como banda siguen buscando sonidos nuevos que, a su vez, tengan su sello característico. Que suene donde suene, nos llegue y digamos «Esa es una canción Red Hot». Están en forma, se demuestra en Return Of The Dream Canteen. No me extrañaría si en otros seis meses sacasen un tercer disco. Este ha sido el año Chili Peppers, todo sigue siendo posible para estos músicos.
Te invitamos a leer otras reseñas de libros y artículos de Alberto Revidiego en Revista 17 Musas.