Es difícil ser Nemorino. Es difícil ser antihéroe, aunque todos lo hayamos sido en algún momento de nuestras vidas. Justamente por eso es fácil identificarnos con él. El protagonista de L’Elisir d’Amore (El elixir del amor), ópera cómica de Gaetano Donizetti, hace que sigamos y admiremos su historia. Lo opuesto a Superman no siempre es un archivillano, a veces es Nemorino.
Partiendo de una parodia a la leyenda de Tristán e Isolda, Nemorino, joven introvertido, ama a la bella Adina, pero no es correspondido. Compra un elixir a un charlatán que le asegura que, si lo bebe, las mujeres se enamorarán de él. Casualidades y malentendidos llevan a que, en el final de la ópera, Adina se enamore efectivamente de Nemorino.
Para hablar del antihéroe primero tenemos que referirnos al héroe: Es un hombre, hijo de un dios y un humano, que llega para restaurar el orden quebrantado por las fuerzas del mal. En su afán de proteger y servir, se sacrifica para beneficiar a la sociedad. Existe mientras haya una tarea a desempeñar. Sin tarea, no hay héroe. Sus valores son siempre nobles. Es un ejemplo, un modelo hegemónico.
Pero, ¿y si no es la perfección a lo que aspiramos? ¿Y si lo que nos genera afinidad es simplemente lo humano? Es aquí donde aparece Nemorino: el antihéroe.
Las 5 características del antihéroe en Nemorino
Es introvertido
El antihéroe ocupa el lugar del héroe sin necesidad de tener valor, nobleza, ni origen divino. Nemorino no es hegemónico ni ejemplar. La ópera lo presenta inmerso en un coro que lo ignora, mientras admira a Adina y al Sargento Belcore, que también la corteja y, por lo tanto, es un fuerte rival para Nemorino.
Su primera aria Quanto è bella, quanto è cara (¡Qué bella y adorable!) lo presenta priorizando la introspección por sobre lo peripécico habitual en el héroe.
Está al nivel humano del espectador
Nemorino no está por encima del espectador, sino a su mismo nivel humano. En toda la obra tenemos acceso a sus pensamientos, inseguridades, temores y emociones, ignorados por los otros personajes. Un ejemplo es el aria más popular de esta ópera: Una furtiva lagrima, donde descubre que Adina lo ama.
Busca su propia felicidad
A diferencia del héroe, que protege y sirve a la sociedad, Nemorino se separa de ella. Mejor dicho, es la sociedad la que lo segrega. Frente a una comunidad que lo aparta por ser diferente, ejerce su derecho a buscar su propia felicidad. No sólo no es salvador del rebaño, sino que ni siquiera se siente parte de él.
Esto es claro en la escena en que el charlatán Dulcamara vende el mágico elixir a todo el pueblo. Inmediatamente después, Nemorino lo llama aparte y le compra el elixir en una escena donde están los dos solos: «Dottore! perdonate…» (¡Doctor!… perdone).
No es violento
Carece absolutamente de cualquier rasgo relacionado con la egolatría o la violencia, de la que generalmente es víctima. Durante toda la obra Nemorino recibe agresiones. El momento culminante es el final del primer acto donde Belcore lo amenaza y todos, lejos de defenderlo, se burlan de él. «Il ciel ringrazia, o babuino» (Agradece al cielo, babuino). La música se vuelve vertiginosa poniendo a todos los personajes de la escena contra Nemorino. A pesar de eso, nunca responde con violencia.
Alto grado de identificación con el espectador
El sentimiento de inseguridad es inherente al ser humano y en él radica la clave de la empatía con personajes que poco tienen que ver con la figura del triunfador.
La identificación es un proceso imaginativo, una experiencia durante la cual, aprovechamos la oportunidad de ver el mundo a través de los ojos del otro.
Cada vez que aparece Nemorino, la estructura de la ópera lleva a que nos identifiquemos con su punto de vista, incluso cuando contamos con más información que la que tiene el personaje. Un ejemplo es la escena con el coro de mujeres donde todos, salvo Nemorino, sabemos que heredó una fortuna y sin embargo adoptamos su punto de vista. «Dell’ elisir mirabile…» (Del admirable elixir).
Dos formas de mostrar al antihéroe
Tenemos básicamente dos formas de abordar al personaje: Usar la estrategia del bufón y reírnos del antihéroe perdedor, o aprovecharlo para mostrar al espectador otra posibilidad de vida digna. Para aguzar su espíritu crítico planteando que hay otras posibilidades válidas además de los valores establecidos por las clases dominantes.
Te invitamos a leer otras artículos de María Concepción Perré en Revista 17 Musas.
Que bello personaje! Todes somos Nemorino.
Buenísima nota.
Así es! Es una cuestión de humanidad. Gracias por tu comentario!
Así es! Es humanista