Hoy, en la fecha que marca la despedida de uno de los más ilustres escritores y periodistas de Elche, rendimos homenaje a la memoria y al legado de Manuel V. Segarra Berenguer. Han pasado siete años desde su partida, pero la esencia de este gran hombre aún se encuentra viva en cada palabra plasmada en sus obras y en cada historia relatada por su valiente periodismo.
Manuel se mantuvo fuerte frente a una enfermedad que, aunque breve, demostró ser letal, llevándolo de este mundo a los 57 años. No obstante, incluso en medio de su batalla, su mente creativa no dejó de producir nuevas tramas, nuevos escenarios, conservando la pasión que siempre lo definió. Hasta su último suspiro, evidenció una determinación inquebrantable, la cual cimentó su lugar en la cima de las letras ilicitanas.
Segarra inició su camino laboral en el negocio familiar de joyería y en el servicio postal, y cumplió con su deber en el servicio militar. Sin embargo, fue a mediados de los años 80 cuando su don para las letras empezó a aflorar. Este amor por la escritura lo condujo a colaborar en varios medios, forjando así un recorrido en el periodismo que nunca dejó de seguir.
Pero fue su pasión por la literatura y la cultura clásica la que lo posicionó como un verdadero faro en el panorama cultural de Elche. Durante su asociación con los Pobladores de Elche, grupo cultural al que perteneció hasta 2010, se dedicó a la escritura de obras teatrales que transportaron a los ilicitanos a tiempos remotos y mitológicos. Su destreza no solo se manifestó en la escritura, sino que también brilló sobre el escenario, dando vida a sus propias historias.
Durante más de veinte años, Segarra expresó su creatividad en una serie de novelas históricas y obras teatrales que se convirtieron en pilares de la literatura de Alicante. La Gloria de Aquiles, Acero del Rey, Cruces de Seda y La Reina Imposible son solo algunos ejemplos de las obras que aún siguen capturando la imaginación de sus lectores. Hasta el final, continuó gestando nuevas historias, dejando una serie de trabajos inacabados que se quedaron a medio camino, pero que siguen siendo testimonio de su inagotable creatividad.
Este hombre, de amable semblante y ojos chispeantes, siempre irradiaba calidez en su trato, y estaba cargado de ingenio en sus conversaciones. Siempre sabía cómo sacar una sonrisa con su humor. Dejó una marca indeleble en todos los afortunados que tuvieron la oportunidad de conocerlo. Era una presencia constante en tertulias literarias como El Picudo Blanco, donde siempre se esperaba con alegría su aguda ingeniosidad y su agradable compañía.
Hoy nos unimos al recuerdo y tributo de este gran hombre, un verdadero emblema de la literatura ilicitana. A pesar de su palpable ausencia, sabemos que su espíritu perdura en cada frase que escribió, en cada historia que relató. Segarra nos dejó un invaluable legado de obras literarias y periodísticas que seguirán despertando inspiración en futuras generaciones.
A su hermano Matías, a sus allegados, y a toda la comunidad de Elche, transmitimos un mensaje de solidaridad y empatía. Compartimos el dolor por la pérdida de Manuel, pero también celebramos la vida y la obra de este notable hombre. A través de su legado, su espíritu sigue guiando el camino de la literatura y el periodismo en Elche y más allá.
Manuel V. Segarra, aunque tu presencia física ya no se encuentra entre nosotros, tu voz y tu pluma continúan resonando en nuestros corazones y pensamientos. Hoy, y siempre, te recordaremos con agradecimiento y respeto. Te echamos de menos, amigo. Tu contribución a las letras ilicitanas perdurará en la memoria. Descansa en paz.