La Boheme (1896) es una ópera que comienza en vísperas de Navidad. Su compositor, Giacomo Puccini, y sus libretistas, Luigi Illica y Giuseppe Giacosa, tomaron elementos de Escenas de la vida de bohemia (1851), de Henri Murger. Se trata de una novela por entregas que retrata costumbres de una parte de la sociedad parisina de la época.
Estos folletines, como Escenas de la vida de bohemia (1851) de Henri Murger, surgen en el siglo XIX en Europa. Son publicaciones regulares en periódicos y revistas. Aparecen ante la necesidad de otorgarle a las clases sociales bajas, una literatura económica. Además, las temáticas que alternan humor y melodrama permiten olvidar los problemas cotidianos. Las escenas sueltas se debían a historias poco planeadas. Dependían de la aceptación o rechazo del público y se modificaban sobre la marcha. Un gran ejemplo de producción masiva.
Así es como La Boheme parte de una sucesión de postales, de viñetas, que muestran fugaces aspectos de una época que ya pasó. Con esta ópera, Puccini recuerda su propia juventud filtrada por el tamiz de la música y la poesía. Es un conjunto de fragmentos de un pasado idealizado.
Las escenas se hilvanan con la presencia de objetos simbólicos. La llave que pierde Mimí, la cofia rosa que le regala Rodolfo, el gabán de Colline, son los puntos donde el espectador hace pie en medio de una vorágine de imágenes. De la serie de estampas que forman La Boheme, vamos a hablar de una en particular: la postal de Navidad.
La Boheme y la postal
En 1843, Sir Henry Cole decidió enviar mensajes deseando prosperidad para el nuevo año a sus amigos. Le encargó a John Calcott Horsley que le pintara una escena navideña y la mandó a reproducir en una imprenta. Luego les escribió unos breves deseos de felicidad, las firmó y envió. Horsley hizo unas mil tarjetas y, las que no utilizó Cole, las vendió a un chelín cada una.
Eran litografías coloreadas a mano que representaban diversas viñetas. En el centro, una familia que brindaba. A un lado, gente dando comida a los necesitados y, al otro, gente dando ropa a los pobres. Se leía «Feliz Navidad y Feliz Año Nuevo». Vale decir que era una constelación de imágenes que en su conjunto transmitían lo que para el autor era el espíritu de esas festividades. Así nació la postal de Navidad.
De la misma manera, La Boheme entrelaza viñetas. Justamente el segundo acto, que muestra el bullicioso París navideño, es el mejor ejemplo.
La Boheme y el espíritu navideño en Paris
Puccini ubica la acción en un cruce de calles en el Barrio Latino. En simultáneo tenemos el Café Momus, negocios, soldados, burgueses, sirvientes, vendedores de frutas, niños, vendedores de juguetes, vendedores de ropa, libros, instrumentos, estudiantes, etc. Muy parecido, por cierto, a la pluralidad de escenas de la postal de Navidad de Sir. Henry Cole.
Toda La Boheme apela a las emociones. El segundo acto no es ajeno a esto. Subraya el carácter de postal navideña. Sumerge las escenas sentimentales en la vorágine de la ciudad en Nochebuena. Es así como se mezclan frases cortas de conversación coloquial como « Pigliam via Mazzarino» (Tomemos la calle Mazzarino) con otras más melódicas como cuando Rodolfo presenta Mimí a sus amigos «Il suo venir completa la bella compagnia, perché… perchè son io il poeta, essa la poesia.» (Su llegada completa la bella compañía, porque… porque soy el poeta y ella es la poesía).
Puccini evoca el pasado como imágenes fragmentadas de la memoria. La Boheme es un conjunto de instantes rescatados del olvido. Momentos escondidos que el recuerdo hace aparecer. Tan fragmentados como las escenas de las postales de Navidad coloreadas a mano. Tan fugaces como los episodios de la novela por entregas.
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