RESEÑA DE PELÍCULA: «EL ÚLTIMO LATE NIGHT (LATE NIGHT WITH THE DEVIL)»
(Clica sobre el título si quieres escuchar la reseña en formato podcast)
La mayoría de las películas de terror son decepcionantes, seamos sinceros. O dan risa o te matan de aburrimiento, pocas se libran a esta criba. Si quieres viajar al pasado, saber cómo se viviría un late night de los años setenta y pasar la tensión de no saber si es todo televisión o se ha abierto un portal al inframundo, esta es tu película. Por algo el título original es «Late Night with the Devil».
«El último Late Night» es una película de terror que se sale de lo común. Para empezar, desde lo más técnico, está dirigida por dos hermanos, Cameron y Colin Cairnes, que llevan más de dos décadas dedicados al género, y no sólo juegan con la nostalgia, sino con la ingenuidad del público, tanto de aquella época como de la actual. Y esto está estrechamente relacionado con el argumento y sus recursos cinematográficos.
Se presenta una historia setentera en la que un afamado presentador de televisión que alcanzó la mayor fama y reconocimiento, tras sufrir los varapalos de la vida, especialmente el cáncer y muerte de su esposa, vuelve a la televisión pero ya nada es como fue. La audiencia se va por momentos, el programa está en riesgo de ser cancelado. Por ello, en un último intento por seguir a flote, por darle la vuelta a la tortilla, y así generar la misma expectativa que cuando surfeaba las mieles del éxito, ha diseñado un programa especial (que coincide, ¿casualidad?, con la noche de Halloween) en el que ni los propios colaboradores conocen todos los detalles de lo que pasará. A partir de aquí, para no minar la reseña con spoilers, basta decir que llegará un punto en el que nos cuestionaremos si todo vale en el mundo del espectáculo, especialmente cuando ya no hay posibilidad de frenar las dinámicas desatadas.
Bien mirado es una película bastante crítica con la sociedad, si vemos más allá del género de terror. Pero el gran motivo para verla siento decir que no es la interpretación de los actores, que ejecutan con solvencia a sus personajes (especialmente David Dastmalchian, en el papel del presentador Jack Delroy, e Ingrid Torelli, que ejerce el papel de joven poseída), sino que la razón principal es la estética de la película.
Con la entrega visual a lo que viene siendo un Talk Show, muy empleado en durante cincuenta años en la televisión norteamericana, se emplea unos decorados y vestuarios coloridos, con la seriedad posthippie que aportaban las ondas y los trajes de colores con camisas de cuellos abiertos en picos extensos, la escenografía de cartón-piedra, el tabaco omnipresente, la falsa tecnología como puertas que se abren solas (y a veces asoma el brazo del operario que la arrastra) y los aparatosos medios técnicos, como cámaras pesadas y focos que humean. Pero todo esto sucede dentro del plató. ¿Qué vemos nosotros?
Los recursos cinematográficos que vemos como espectadores saltan en dos estados durante prácticamente toda la película. Por una parte, tenemos la grabación a color (con la intensidad de la época, nada de colores a Full HD) del programa, y nosotros lo vemos como los espectadores, es decir, con ese formato más bien cuadriculado de los televisores antiguos. Cuando hay anuncios o cortes en la emisión, pasamos a pantalla completa, en blanco y negro, adquiriendo así la historia tintes de documental, una cercanía que sigue a los protagonistas más allá del plató, que nos seduce como una confesión de realidad, gancho visual muy efectivo por parte de estos directores.
Por otra parte, en algunos momentazos de la película, especialmente en torno al escepticismo de Carmichael, personaje interpretado por Ian Bliss y cuya función es desmontar a los farsantes (algo muy de moda en la época) o demostrar al público que es muy sugestionable, se empleará unos planos, defectos de emisión (glitch) y zooms agresivos para potenciar la tensión y ansiedad que produce lo que vemos en escena.
Una de esas películas que acaba por todo lo alto, nada de finales tibios o coitus interruptus, que suelen aplicar otras en la misma estantería cinematográfica. Consigue posicionarse entre el tremendismo del lenguaje ocultista y lo propiamente sobrenatural, a caballo entre «¿te imaginas que…?» y el «No puede ser». Cuidado con atender tanto a la pantalla, parece advertirnos. Quizás haya algo que desde allí te devuelva la mirada y entonces será demasiado tarde. Para descubrirlo tienes la posibilidad de verla desde FILMIN. Que conste que no me hago responsable de lo que pueda ocurrir una vez comience el show.
Esta reseña libre de spoilers y otras en la misma línea divulgativa estarán disponibles este 2024 en la Revista 17 Musas y el podcast Mapa Desbloqueado, que te animo que sigas para explorar el multiverso de la Cultura.