El ministerio de la felicidad suprema (Anagrama, 2017) de Arundhati Roy es una novela que vuelve a sumergirnos en prosa de esta destacada escritora tras el éxito arrollador de su primera obra, El dios de las pequeñas cosas, ganadora del Premio Booker en 1997. Con esta novela, la autora no decepciona, ofreciendo una historia compleja y cautivadora a lo largo de más de quinientas páginas.
Cuando leí su libro anterior El dios de las pequeñas cosas la verdad es que quedé obnubilada por su forma de narrar y es verdad que cuando leí por primera vez esta novela me sentí defraudada. El caso es que a principios de mes volví a intentar su lectura y la verdad es que a veces hay libros que necesitan un momento determinado, y parece ser que ahora sí acerté.
El ministerio de la felicidad suprema comienza con una introducción en la que la autora nos invita a adentrarnos en una fábula de zorros voladores, buitres, murciélagos y gorriones. Aunque en apariencia, esta fábula podría parecer un simple cuento, en realidad, es un espejo que refleja la complejidad y las contradicciones de la sociedad india, en constante conflicto y lucha interna. Es solo el preludio de lo que está por venir, el hilo inicial que nos sumerge en la novela.
En sus primeras páginas, conocemos a Anyum, una hijra, una figura de género que engloba a personas que se identifican como parte de un tercer sexo, mitad hombre, mitad mujer. Anyum es un personaje fascinante, con acuciantes ganas de amar y ser madre, y su presencia inicial nos cautiva. Sin embargo, de pronto, el relato cambia de enfoque, y Tilo se convierte en la protagonista central de la historia. Tilo es una mujer en constante huida de sí misma y de los tres hombres que la amaron, y su búsqueda personal y emocional se entrelaza con el trasfondo de los conflictos políticos y sociales en Cachemira.
Este cambio en el protagonismo, en mi primer intento de lectura, me desconcertó y creo que fue el momento en el que perdí el interés por seguir leyéndola, pero en esta ocasión no ha sido así ya que es a través de Tilo que nos sumergimos en los problemas de Cachemira y la propia India. Estos temas reflejan el activismo de Arundhati Roy en la realidad, y se plasman en las páginas de esta novela, convirtiéndola en un testimonio literario y social.
La prosa de Arundhati es capaz de mostrar la belleza en la tragedia. Su estilo evocador y lírico nos transporta a la atmósfera y la esencia de la India contemporánea, con su complejidad y su riqueza cultural.
En El ministerio de la felicidad suprema, los personajes se suman y entrelazan, formando una red de relaciones y experiencias que conforman una historia de historias. La novela se desarrolla a lo largo de varias décadas y explora la vida de personajes diversos y complejos, cada uno con su propia carga de dolor y esperanza.
A pesar de que, finalmente, no me gusta tanto como su primera novela, ésta no deja de mostrar el talento y la habilidad de Arundhati Roy como narradora. Su retorno a la narrativa tras tanto tiempo es una grata noticia para la literatura, y espero que no deje que pase tanto tiempo para volver a disfrutar de su voz única sobre la complejidad de la vida y la sociedad.
Arundhati Roy (Shillong, 1959) es una escritora, periodista y activista india, que ha tomado parte en causas por los derechos humanos y de protección del medio ambiente Ganó el Premio Booker en 1997 por su primera novela, El dios de las pequeñas cosas que se tradujo a más de cuarenta idiomas y se convirtió en un acontecimiento literario en todos los países donde se publicó.
También es autora de diversos libros de no ficción, como los excelentes y combativos ensayos políticos El final de la imaginación o El álgebra de la justicia infinita (Premio José Luis López de Lacalle), ambos en Anagrama. En junio de 2017 fue publicada su segunda novela, El ministerio de la felicidad suprema que fue seleccionada para el Man Booker Prize de 2017 y fue finalista para el National Book Critics Circle Award para trabajos de ficción en enero de 2018. Vive en Nueva Delhi.
