Esa es una buena pregunta: ¿Cómo se hace una chica? ¿Qué pasos se siguen para construirla? ¿A qué puedes aferrarte cuando eres una adolescente obesa y solitaria, soñadora y sin futuro, en un suburbio empobrecido de la Inglaterra de Thatcher y con una familia absolutamente disfuncional? Esta es la historia de una muchachita que optó por darle al asunto una solución radical: matarse a sí misma y nacer de nuevo, pero a su gusto.
Johanna Morrigan estaba descontenta con ella misma. Quería ser ese tipo de chica que se roba todas las miradas cuando entra a una habitación. Quería ser admirada, y deseada. Quería ser sexualmente activa. Por Dios, MUY activa. O al menos llegar a besarse con alguien. Quería dejar de ser lastimosamente pobre. Y, además, quería mejorar el mundo y que le dieran crédito por ello. Johanna Morrigan era una adolescente como todas.
Tras algunos intentos fallidos de hacer amigos, y de triunfar con su talento literario -el día en que ganó un concurso, terminó haciendo el más espantoso ridículo de su vida-, Johanna intenta trabajar escribiendo críticas musicales. En la Inglaterra de los años ’90 la escena musical estaba llena de grupos, de jóvenes deseando contarle a alguien su historia, de gritar sus penas y sus ganas de tener una vida mejor. La música era uno de los pocos espacios de libertad para los jóvenes de la clase obrera.
Pero eso Johanna aún no lo sabía: ella no tenía dinero para los nuevos discos, así que sólo escuchaba la colección de su padre, un nostálgico del hippismo y el rock clásico. Y eso no le importó: Johanna estaba decidida a fingir hasta que fuera cierto, así que se consigue un par de discos nuevos, se pone un nuevo nombre (Dolly Wilde, en honor a una sobrina escandalosa de Oscar Wilde), se inventa un look y una actitud de mujer deslenguada que viene de vuelta de todo, aunque en verdad no tiene ninguna de las experiencias que dice tener… y consigue un trabajo en una revista, increíblemente.
Le pagarán por escribir críticas perversas y malintencionadas. La recién nacida Dolly Wilde descubrirá que puede convertirse en lo que ella quiere: la reina de la fiesta, una caballera andante del sexo dispuesta a rescatar a las vergas tristes que encuentre, una bebedora impenitente, exhibicionista del alcohol y de todos los vicios. Una mujer de lengua afilada, temida por toda la escena musical inglesa.
Un éxito, la Dolly Wilde. Pero esta es una novela de iniciación, y llegará el momento en que Johanna vuelva a sí misma. Que agradezca a Dolly Wilde lo mucho que le enseñó, y las experiencias que le permitió vivir, y que le dé paso a una Johanna nueva y más feliz, una que elige qué cosas rescatar de su viaje por la adultez, o por lo que ella se imaginaba que era la adultez.
Con muchísimo humor, burlándose cruelmente de todo, partiendo por ella misma, pero sin abandonar su postura en favor de la clase trabajadora, y defendiendo su derecho a ser una chica en el machista mundo del rock (podría haber dicho en el machista mundo simplemente, y la frase funcionaba igual). Una chica de origen humilde, que no reniega de ello, sino que lo luce como el mayor de los orgullos.
En fin, una novela sobre crecer, sobre identidad, sobre defender lo que eres, ese miserable trocito de verdad que vive en ti, por debajo del maquillaje, de las mentiras que contamos para caer bien, de las cosas que no nos confesamos ni a nosotros mismos. Lo que eres, debajo de todas esas capas de mierda con que lo has cubierto como si fuera una vergüenza. Y que además, es divertida. ¿Podemos pedir algo más?
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