Los relatos que conforman La claridad se mueven entre lo inusual, rozando lo fantástico. Es una obra donde Marcelo Luján te va llevando por terrenos y temáticas que no te esperas. Construye con maestría un mundo dentro de las cosas más comunes. Los celos, la frustración, la familia como centro de todo, las relaciones maternofiliales, son los temas donde transitan esta obra. Luján da un salto mortal y nos muestra los miedos universales que todos padecemos.
Pasé parte de mi adolescencia escuchando programas de misterio las noches del fin de semana. Fui testigo del nacimiento del programa de radio Milenio 3. No salía y esperaba paciente la hora del arranque del programa. Aquellas voces me trasladaban a lugares recónditos y oscuros.
Recuerdo otro programa, Espacio en blanco, que hoy sigue en la brecha, capitaneado por el incombustible Miguel Blanco. Su introducción me enganchó desde el primer día: «Solo cuando el túnel está en la más absoluta oscuridad es cuando puede volver otra vez la luz». Aquella frase narrada por una voz profunda, casi cavernaria pertenece al anime El Pequeño Nezha contra los Reyes Dragones (Nezha nao hai). Es fascinante como una sola frase te puede hacer viajar de ese modo.
Me siento deslumbrado por el libro La claridad del escritor bonaerense Marcelo Luján. Como en mi adolescencia, la temática de este libro de cuentos me ha dejado anclado al sillón. Los relatos que conforman La claridad se mueven entre lo inusual, rozando lo fantástico.
Es una obra donde Luján te va llevando por terrenos y temáticas que no te esperas. Construye con maestría un mundo dentro de las cosas más comunes. Los celos, la frustración, la familia como centro de todo, las relaciones maternofiliales, son los temas donde transitan esta obra. Marcelo Luján da un salto mortal y nos muestra los miedos universales que todos padecemos. La felicidad completa no existe, tan solo destellos como huecos de claridad que se abren en el camino del bosque que transitamos.
La violencia también forma parte de La claridad. No solo la violencia física. También hay una gran carga de violencia psicológica, más brutal incluso que la que infrigimos con las manos. De eso habla la frase que antes he mencionado de la intro de Espacio en Blanco. La luz cegadora nos agrede cuando salimos de la caverna. El mundo de las ideas y el mundo de la realidad. La eterna lucha dual.
A los relatos de La claridad les unen algunos detalles que se repiten a lo largo de la obra, el sangrado en las mujeres es uno de ellos. Son historias con un punto oscuro, algo sádico tal vez. Tienen una fuerte carga emocional que nos hacen ver el abismo. Son muy humanos y realistas los cuentos de Lujan, tanto que a veces nos da pánico pensar que podríamos ser protagonistas de los mismos.
Hay mucha crueldad en los cuentos de La claridad. Una maldad intrínseca que no somos conscientes de que existe hasta que nos explota en la cara. Todos alguna vez hemos vivido situaciones de ese tipo. Nuestro propio vecino puede ser el ser mas despiadado del mundo y no nos damos cuenta. Las historias que cuenta este libro son como cuadros de Hopper, con la oscuridad de Rembrant. Hay tinieblas entre sus páginas. Es el terror propio de los que analizamos lo cotidiano. Un golpe certero en el centro de nuestra alma. No te deja indiferente.
Marcelo Luján ha sabido coger el guante de toda una tradición cuentista argentina. Bonaerense de cuna, madrileño de adopción, Luján, transita muy bien las dos culturas. Con una maestría inusitada nos conduce al misterio, sin tener muy claro cuál es el camino que nos muestra.
Como las Historias de Cronopios y de famas o El Aleph, La claridad es un claro ejemplo de alta literatura. Su gran uso del lenguaje le hace un libro imprescindible dentro del cuento. Esta obra ganadora del premio VI Premio Ribera del Duero, editado por Páginas de espuma nos sumerge en un mundo no tan ajeno al nuestro, pero con matices. La claridad son las sombras que no queremos ver. Las tinieblas que nos atrapan.
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