Mi abuelo es soluble en agua es por tanto un compendio de vivencias, de historias contadas por un narrador en estado de gracia, que nos envuelve en su universo con la maestría de dos de sus ídolos. Das bebe de Perec y Cortázar, dos maestros, dos narradores que crearon una literatura dentro de la literatura.
Conocí a Javier Das en febrero de 2008. Él acababa de sacar el libro En estas cuatro paredes. Aquel poemario me llamó la atención y se lo pedí por email. Supe de su existencia por algún blog de Internet. Javier me respondió rápido, me mandó el libro y surgió una amistad que hoy día mantenemos. El mundo de la literatura, como el de tantos otros ámbitos, está plagado de envidias, celos, desprecios. Nuestra amistad, al contrario de lo habitual, se basa en el respeto y la admiración mutuos.
Para mí Javier Das es un de los grandes narradores de nuestra generación, poco conocido, pero con una fuerza narrativa inusitada. Por cosas de la vida, sus tres libros narrativos los ha autopublicado a través de la plataforma de Amazon. Todas las ciudades y París, Mapa epistolar de París y Mi abuelo es soluble en agua, son tres híbridos literarios con una calidad exquisita, tres rarezas de una gran calidad.
Mi abuelo es soluble en agua, es la vida narrada de Javier Das. En el prólogo firmado por el escritor José Ángel Barrueco nos da pistas de lo que vamos a encontrar:
«Fue después de leer dos o tres relatos suyos, muy breves, escritos para antologías y revistas, cuando le aconsejé: «Deberías dar el paso y escribir una novela». Él aceptó el reto. Y el resultado está aquí, y puedo decir con orgullo que es como una dosis extragrande de su poesía: son todas esas historias que él trae en las alforjas de su biografía, historias vividas, historias íntimas que se transmiten de padres a hijos… Todo lo que habitaba ya en su poesía, pero con más páginas, más palabras, más razonamientos. Una gozada para quienes seguimos su trayectoria».
En este, su tercer libro de narrativa, Javier Das nos entrega un compendio de vivencias, de historias contadas por un narrador en estado de gracia, que nos envuelve en su universo con la maestría de dos de sus ídolos. Das bebe de Perec y Cortázar, dos maestros, dos narradores que crearon una literatura dentro de la literatura. Su juego les hizo construir un mundo propio, con unos personajes inolvidables y una forma de universalizar lo cotidiano que consiguió muchos seguidores.
Mi abuelo es soluble en agua, pudo ser el nombre de un grupo de rock, también pudo ser un libro premiado como otros muchos que se han quedado en el camino. Javier Das aúna un talento inmenso con una curiosidad voraz. Javier lo mismo te habla de ajedrez, de música, de emisoras de radioaficionado, pesca, París, su padre, sus abuelos, Valencia. Encontramos en Mi abuelo es soluble en agua una mezcla de todo eso.
El libro está narrado en capítulos cortos, casi historias breves. Das en estado de gracia, nos lleva por donde quiere. Su camino es mostrarnos los caminos de la hiel. Saca petróleo del dolor. Su sufrimiento es la materia de prima de un libro digno del paso del tiempo. Como un relojero Das pone en funcionamiento la maquinaria de un reloj, cuyas piezas encajan a la perfección. El paso del tiempo es su aliado. Porque para Javier todo el pasado es un diamante que pulir.
Mi abuelo es soluble en agua podríamos decir que es la Rayuela del siglo XXI. No es una exageración, es un hecho constatable si cualquier lector se acerca a sus páginas. Una novela fragmentaria, que atrapa desde el inicio. He disfrutado de la literatura de Das como hacía tiempo que no me pasaba. Como Cortázar o Perec tiene la maestría de ensalzar lo cotidiano. Universalizar las cosas mundanas de la vida. Mi abuelo es soluble en agua es literatura de verdad, sin artificios. Javier Das es un narrador fresco con mucho que contar. Estaremos aquí para leerlo.
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